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Estrés térmico y enfermedades respiratorias en porcino: factores clave y soluciones productivas

Las enfermedades respiratorias más prevalentes son neumonía, pleuritis y pleuroneumonía (tanto en su forma clínica como subclínica), y constituyen actualmente un problema común de gran relevancia.


Ignacio López Paredes, Arança Castellón Viaplana

El impacto económico de los problemas respiratorios es considerable, fundamentalmente debido a una menor ganancia de peso y peor conversión del alimento en los animales (Katharina D.C. Stärk, 2000).

En este tipo de patologías la morbilidad suele ser elevada, pero la mortalidad dependerá los agentes causales involucrados (Chantziaras I. et al., 2020).

Aunque hay múltiples patógenos primarios y oportunistas involucrados en el Complejo Respiratorio Porcino, las condiciones ambientales adversas (de temperatura, gases…) pueden incrementar la dispersión y transmisión de estos patógenos, desencadenando o empeorando la condición clínica de los animales.

Además, unas condiciones ambientales desfavorables pueden actuar como un factor estresante y dañar el tracto respiratorio de los cerdos. Todo ello tiene un marcado impacto sobre la salud, bienestar y rendimiento en el porcino (Pessoa J. et al., 2022).

Se han estudiado los factores relacionados con el inicio de problemas de esta índole, considerándose los siguientes parámetros para tener en cuenta:

  • Características del rebaño: tamaño de la piara, densidad, genética, tipo de animales (reproducción vs. engorde), aparición previa de otras patologías (p. ej. diarreas), etc.
  • Manejo de los animales: origen de los animales (único vs. múltiple), sistema de producción (todo dentro – todo fuera, por lotes, continuo…), sistema de alimentación, agua, ventilación, drenaje de los deshechos, nutrición, camas, luz, higiene, supervisión veterinaria, etc.
  • Parámetros ambientales: temperatura, humedad relativa, gases (NH3 y CO2), aerosoles, polvo, etc.
  • Entorno: densidad de porcino en esa zona, proximidad a granjas vecinas (que podrían estar infectadas con patógenos), etc.

La relación causal entre la presencia de enfermedad respiratoria y los factores ambientales de riesgo es compleja, ya que todos ellos pueden tener efectos directos o indirectos sobre el sistema respiratorio.

Sin embargo, se considera fundamental controlar los parámetros ambientales y de manejo de los animales para reducir la frecuencia y gravedad de estos cuadros respiratorios en los animales (tanto clínicos, como subclínicos) y sus consecuentes pérdidas económicas (Chantziaras I. et al., 2020).

Parámetros ambientales y de manejo

Se recomienda supervisar ciertos parámetros para mantener a los animales en condiciones óptimas.

Temperatura

Se define como “zona de confort térmico” el intervalo de temperatura en el cual el cerdo se encuentra cómodo; depende del estado productivo del animal. Para llegar a esa temperatura pueden ser necesarios sistemas de calefacción (en salas de maternidad y posdestete) o refrigeración (normalmente mediante cooling o nebulizadores) (tabla).

Humedad relativa (HR)

Se debe situar alrededor del 60 % para la fase de maternidad y del 70-80 % para el resto de las fases productivas. Si la temperatura es alta la HR debe reducirse, de lo contrario se observa depleción del consumo de alimento.

Gases

  • Dióxido de carbono (CO2): no sobrepasar el rango comprendido entre 3.500 y 4.000 ppm.
  • Amoniaco: debe ser inferior a 20-45 ppm.
  • Sulfuro de hidrógeno: mantener por debajo de los 10 ppm.

Polvo

Menor de 2,5 g/m³ (polvo total) y de 2 g/m³ (polvo respirable).

Aire y ventilación

Se recomienda mantener valores entre 0,04 y 0,7 m³/h por kg de peso vivo en función del número de animales de la instalación, temperatura externa, orientación y aislamiento del edificio, entre otros.

En lechones, la velocidad debe ser inferior a 0,2-0,3 m/s mientras que en adultos no debe superar los 7 m/s.

Densidad de animales

Se trata de un parámetro variable que depende de la fase productiva, edad del animal y características de la instalación. Oscila entre 0,25-0,30 m²/animal (transición hasta 25 kg en enrejillado total) y 4-6 m²/animal (parques de reproductoras).

Épocas estivales

La optimización de todos los parámetros previamente descritos puede resultar insuficiente para eliminar el estrés térmico.

De hecho, en Estados Unidos se estimaron unas pérdidas económicas asociadas al estrés por calor de aproximadamente 300 millones de dólares en porcino (St. Pierre et al., 2003).

Las altas temperaturas reducen la productividad de los animales, deterioran su estado oxidativo, empeoran la salud digestiva, deterioran el sistema inmunitario y alteran la función reproductiva. Esto conlleva a que en situaciones de estrés térmico se diagnostiquen con más frecuencia los siguientes trastornos:

  • Enfermedades respiratorias y alteraciones digestivas.
  • Incremento de la mortalidad.
  • Menor respuesta inmunitaria a las vacunas.
  • Producción de calostro y leche deficientes.
  • Lechones más débiles, asociados a mayor mortalidad.
  • Aumento en la incidencia de otras enfermedades: mastitis, etc.

Modificaciones en la alimentación

Además de las medidas comentadas anteriormente, puede resultar apropiado realizar modificaciones en la alimentación y conducta alimentaria de los animales para mejorar su estado. Algunas de estas opciones a valorar son:

  • Modificar las dietas
    • - Reducir el aporte de fibra y proteína (al mismo tiempo que se compensa con aminoácidos sintéticos).
    • - Aumentar la grasa de la dieta (que tiene un bajo efecto térmico).
  • Administrar pienso en forma de “pellet” (gránulo) en lugar de harina: se asocia a una mayor digestibilidad y menor producción de calor metabólico.
  • ¿Se puede cambiar a una alimentación líquida? Mejora el consumo de alimento.
  • Adaptarse a la conducta alimentaria de los animales: suministrar el alimento en horas menos calurosas o disponer de comederos automáticos para que puedan consumir el pienso cuando más les apetezca.
  • Agua de bebida: debe estar higienizada y a temperatura de 18-20 °C para mantener una buena hidratación del animal y ayudarle a reducir su temperatura corporal.

Una nueva estrategia que facilita el manejo del porcino en estas épocas de calor extremo es el uso de aditivos (en pienso o en agua), que ayudan al animal a través de diferentes mecanismos:

  • Optimizar la digestibilidad de los nutrientes (grasa, proteína…): emulsificantes, enzimas exógenas.
  • Mejorar la palatabilidad de la dieta o del agua: aromatizantes.
  • Ayudar a la regulación de procesos metabólicos relacionados con el estrés calórico (p. ej. acidosis): bicarbonato.
  • Antioxidantes, enzimas, selenio, vitaminas (C, D3, E).
  • Otros: betaína, secuestrantes de micotoxinas, probióticos, etcétera (Saornil D., Revuelta M., 2017).

Suplementación del agua de bebida

En la actualidad se está observando una tendencia en la suplementación del agua de bebida con fitobióticos y multivitamínicos.

Ello permite obtener los siguientes beneficios:

  • Hidratación completa del animal: es importante que el producto sea de elevada palatabilidad para conseguir un consumo de agua máximo.
  • Minimización de los efectos negativos del estrés por calor.
  • Reducción en la morbilidad y mortalidad de las enfermedades respiratorias.

Nuestra recomendación desde Liptosa es la solución HygenPro® RespirFresh, que combina diferentes ingredientes con beneficios que actúan de forma sinérgica entre sí:

  • Aceites esenciales de menta y eucalipto: optimizan el funcionamiento del sistema respiratorio, tienen propiedades también refrescantes (que disminuyen la sensación de calor y mejoran el apetito de los animales).
  • Betaína: ayuda a mitigar los efectos del estrés por calor en el porcino, gracias a su función donadora de grupos metilo y sus propiedades como regulador osmótico.
  • Otros: las vitaminas A, E y C ayudan a la recuperación funcional del epitelio respiratorio.

Todas estas propiedades lo convierten en un producto ideal para uso en el sector porcino con el fin de mejorar el bienestar y la salud de los animales frente a diferentes desafíos, como:

  • Primeros estadios de problemas respiratorios en una explotación (durante las entradas, en inicios de pasteurelosis…).
  • Enfermedades respiratorias crónicas (p. ej. PRRS, Actinobacillus pleuropneumoniae...).
  • Estrés ambiental (incluyendo el estrés térmico).
  • Infecciones respiratorias que ya se están tratando con antibióticos (o que requieren metafilaxis).
  • Depleción del consumo de alimento (por altas temperaturas u otras enfermedades).

HygenPro® RespirFresh se puede administrar en pienso o en agua de bebida. Sin embargo, la administración a través del agua de bebida es especialmente recomendada en climas cálidos con el objetivo de mantener un estado óptimo de hidratación de los animales.

Al reducir el estrés térmico y mejorar el funcionamiento del aparato respiratorio de los animales se restablece su sensación de bienestar. Esto ayuda a minimizar las pérdidas productivas y a optimizar índices técnicos, al mismo tiempo que se reduce la necesidad de usar antibióticos en patologías respiratorias.

Para más información, no dude en contactar con nuestro departamento técnico-comercial en info@liptosa.com.

Bibliografía

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