La carne de cerdo constituye la mayor fuente de consumo de proteína animal del mundo y, al mismo tiempo, es una de las opciones en cuanto a consumo de carne más asequibles para el consumidor. Si se compara el coste que representan para el consumidor los productos derivados del cerdo con su calidad y capacidad nutritiva, parece que no hay una correlación con el mercado. ¿Cuál es la percepción por parte del consumidor y cómo podemos resaltar el verdadero valor de la carne de cerdo?
La carne de cerdo de calidad es una excelente fuente de proteínas. Por la elevada cantidad de aminoácidos esenciales que contiene, contribuye a una dieta sana y nutritiva. Es, pues, una opción sabrosa y económicamente asequible que permite preparar una gran parte de recetas de lo más habituales. "Hoy vemos que la demanda en lo que respecta a la proteína animal está cambiando radicalmente en todo el mundo. El consumidor espera que la carne que compra no solo tenga una calidad siempre similar y un precio asequible, sino también cada vez más que garantice una mayor sostenibilidad económica", explican desde Hypor.
Al hablar de productos, se ha llevado siempre a pensar al consumidor que los precios bajos equivalen también a una baja calidad. Por desgracia, esta es una idea que prevalece en todas las regiones en cualquier parte del mundo. En lo que respecta al sector de la proteína animal, durante muchos años ha funcionado como un sistema basado en costes más margen (cost-plus), con el objetivo de garantizar un acceso a los alimentos a precios asequibles y, así, erradicar el hambre en el mundo. "No hay ningún otro sector en el que el coste total de producción sea tan transparente como en el agrícola. Con un precio de compra tan bajo, es difícil que la mayoría de consumidores perciba el valor real que se esconde tras esa sabrosa carne de cerdo que está adquiriendo", añaden.
En la producción de carne de porcino, las exigencias a nivel regional en cuanto a alimentación, alojamiento y condiciones ambientales son muy diferentes. Por ello, se necesitan productos adaptados a cada realidad que permitan desarrollar la genética más adecuada, centrándose siempre en la producción y en las nuevas oportunidades de crecimiento para la industria.
"Si una progenie se tiene que desarrollar en un tipo de entorno diferente a aquel en el que fueron seleccionados sus padres, los resultados podrían sorprender por su carácter negativo. Para poder ofrecer la genética correcta, es necesario testar la productividad de todo hermano o descendiente en el entorno en el que se va a desarrollar. Para que un programa de selección dé buenos resultados, es imprescindible que tenga en cuenta todos estos aspectos. Ofrecer al ganadero la genética de mejor calidad y más adecuada a sus circunstancias nos permite salvar la distancia entre costes y calidad, aumentar la productividad y mejorar nuestra cuenta final de resultados", apuntan.
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