Puedes leer el artículo completo en la revista digital Repropig nº 11.
También puedes escuchar la versión podcast del artículo en este enlace.
José Manuel Pinto Carrasco
Ingeniero Agrónomo, SAT Hnos. Chico
Dentro de los indicadores de la eficacia reproductiva destacan los siguientes:
Es un indicador del manejo de la recela y de la alimentación en maternidad, si tenemos más del 5 % de las cerdas destetadas con más de 7 días de intervalo entre el destete y el celo, deberemos verificar nuestro protocolo de recela y la alimentación en la fase de maternidad.
En este indicador incluimos los días perdidos por las repeticiones, por lo tanto, es un indicador más global que el anterior a la hora de medir la eficacia reproductiva.
Son las cerdas que tienen que volver a ser cubiertas tras una cubrición que no ha sido exitosa, respecto de las cerdas cubiertas en esa banda.
Es el porcentaje de cerdas que han llegado a parir respecto de la cantidad de cerdas que se han cubierto. Es el indicador por excelencia ya que incluye no solo las cerdas repetidas, sino también las eliminadas no fértiles, la mortalidad en gestación y los abortos.
Se deben establecer una serie de límites de actuación (figura 1). Es decir, se coloca un valor a cada una de las posibles pérdidas de gestación para actuar en el momento que se sobrepasen estos límites. Es necesario establecer medidas y cambiar procedimientos, ya que se han producido unas variaciones en los indicadores que hacen que tengamos que tomar medidas.
Cuando no se llega al objetivo de producción es necesario saber dónde se encuentra esa fuga de productividad, tanto la tasa de partos como los lechones nacidos vivos.
En cuanto a las pérdidas de gestación, estas se pueden agrupar en tres grandes puntos:
Como norma general, las dosis seminales vienen de un centro de inseminación artificial que debe suministrar un semen con la mayor calidad posible. En caso de que el semen no sea de calidad o el suministro sea deficitario, el propio centro es el que debe avisar. No obstante, es muy recomendable tener un control de calidad básico y monitorización de las dosis que llegan a la granja para evitar problemas posteriores.
Dentro de este se incluye no solo el manejo de la recela y el protocolo de inseminaciones que se haya instaurado en la granja, sino también la forma y la higiene con la que se realizan. El área de cubriciones debe ser una zona que se friegue y se desinfecte antes de la entrada de las cerdas, exactamente igual que la zona de partos, ya que son los dos momentos en los cuales se produce la apertura del cuello del útero. Un problema de falta de higiene en este apartado puede derivar en un problema de descargas. La mayor probabilidad de que una cerda inseminada no llegue al parto, o este no sea bueno, es debido a una mala recela o deficiente inseminación. La experiencia dice que cuando la inseminación no se realiza correctamente, ni la prolificidad ni la tasa de partos pueden ser buenos.
Dentro del manejo posinseminación, lo que más influye es el manejo de la alimentación en la primera fase de la gestación. Esta fase se puede dividir en tres partes:
Para leer el artículo completo en la revista digital Repropig nº 11 haz clic en este enlace.
Para escuchar la versión podcast del artículo haz clic en este enlace.