El estado de alarma decretado a mediados de marzo y la crisis del coronavirus han cambiado radicalmente el modo de vida de los ciudadanos. La mayoría permanecen confinados en sus casas desde hace semanas, a excepción de quienes desempeñan trabajos considerados esenciales. La ganadería es uno de los que no ha echado el cierre, ya que su labor resulta fundamental para asegurar el abastecimiento de alimentos.
Empresas y trabajadores que producen o comercializan alimentos, es decir, agricultores, ganaderos, pescadores y otros empleados del sector primario han extremado las medidas de higiene y distanciamiento social, también en el campo, donde el uso de mascarillas y guantes ya era algo habitual en muchos casos.