Varios grupos de investigación han estado colaborando en diversos trabajos sobre bioseguridad en ganaderías extensivas bovinas, y ahora han publicado los resultados de sus investigaciones para controlar la expansión de la tuberculosis entre la fauna salvaje y el ganado extensivo.
La tuberculosis animal es una enfermedad zoonótica de distribución mundial. Las micobacterias de la tuberculosis tienen varios reservorios domésticos y silvestres, capaces de mantener la infección en multitud de escenarios. Una pieza clave para su control es la reducción de los riesgos de interacción en la interfaz fauna-ganado. Sin embargo, faltan protocolos estandarizados con los que evaluar los riesgos a pie de explotación para, a partir de ahí, proponer acciones preventivas personalizadas.
En ese frente están trabajando durante la última década investigadores del Grupo de Investigación en Sanidad y Biotecnología (SaBio) del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM), junto a colaboradores de la Universidad de Córdoba, del Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (VISAVET, Universidad Complutense de Madrid) y de la spinoff Sabiotec, a través de un proyecto del Plan Nacional de I+D.
El fruto de su trabajo es un novedoso protocolo de diagnóstico y mitigación del riesgo de tuberculosis enfocado en evitar las interacciones entre reservorios domésticos y silvestres en ganaderías de bovino en extensivo en ambientes mediterráneos. En su investigación, recientemente publicada en la revista Preventive Veterinary Medicine, se evalúa el grado de implementación de los planes de acción generados con dicho protocolo para conocer su aplicabilidad y aceptabilidad práctica por parte de los ganaderos de 55 explotaciones del centro-sur español.
Los resultados obtenidos evidencian que es posible aplicar un protocolo para definir las características epidemiológicas relevantes de las ganaderías, su manejo y riesgos para, finalmente, crear planes de manejo específicos.
Para ello se ha incorporado un sistema de puntuación del riesgo que se aplica a cada punto de riesgo específico. Concretamente, los bebederos y las charcas son los puntos de riesgo más comunes (41 % y 24 % de los puntos de riesgo identificados, respectivamente), siendo estas últimas las que presentan el mayor riesgo sanitario.
En consecuencia, las actuaciones relacionadas con la gestión del agua, como la instalación de bebederos elevados, son fundamentales en la mayoría de las explotaciones. También tienen peso las actuaciones relacionadas con la gestión de fauna silvestre, por ejemplo, evitando atraer a la caza.
En general, el 75 % de los ganaderos ha adoptado los planes de acción, con una media del 32 % de acciones implementadas, aunque con una alta variabilidad según el tipo de acciones propuestas, dando prioridad a las medidas de bajo coste.
Las experiencias realizadas indican que el protocolo desarrollado es práctico y factible de ser aplicado en ecosistemas mediterráneos, fácilmente transferible a los profesionales veterinarios y ganaderos, e incluso con un elevado potencial para ser adaptado a otras regiones geográficas y sistemas epidemiológicos.
Por otro lado, el trabajo destaca la necesidad de evaluar la eficacia de los planes implementados en la reducción de los riesgos de interacción, y trabajar en la divulgación y concienciación para hacer partícipes a los ganaderos y así aumentar la aceptabilidad de los planes.
El desarrollo de programas de mitigación del riesgo de interacción se revela como una herramienta complementaria, eficaz y necesaria para la lucha contra la tuberculosis.