Aitor Fernández-Novo [1] y Sergio Santos López [1,2]
1. Bovitecnia
2. Dpto. Economía Agraria. Facultad de Veterinaria de la UCM
Tras la última reforma de la Política Agrícola Común (PAC), se establece que una parte de las subvenciones a las explotaciones ganaderas depende de su productividad. Este indicador de productividad se mide por el intervalo entre partos (IPP), que debe ser menor de 20 meses por animal individual, es decir, la nueva PAC establece una parte variable de la subvención por cada vaca que para, al menos, una vez cada 20 meses. Ahora bien, ¿cada cuánto paren las vacas? ¿Qué vacas tienen problemas para gestar y, por tanto, disminuyen los índices productivos y económicos? ¿Sabe el ganadero qué vacas son y qué hace con ellas? ¿Optimiza la producción de terneros adaptándose a las necesidades de mercado? Estas y otras muchas preguntas son las que cualquier ganadero debería plantearse. Muchos lo han hecho y trabajan para alcanzar unos objetivos que han fijado, pero otros aún no, y es Europa la que está premiando la productividad.
La gestión reproductiva es el conjunto de medidas que debe tomar una explotación de vaca nodriza para optimizar la producción: maximizar el número de terneros, disminuir los días en anestro, aumentar las cualidades y las características de los neonatos, minimizar el impacto de las enfermedades infectocontagiosas, optimizar la alimentación, etc.
Los principales factores que afectan a la reproducción se pueden desglosar en siete pilares (figura 1). Todos están totalmente interrelacionados y se ven influenciados los unos por los otros, por lo tanto, no es suficiente realizar solo un buen manejo de sementales o solo una adecuada optimización de la alimentación, sino que la suma de todos ellos es con la que se alcanza la correcta gestión de la reproducción en la granja.
Gran parte de las explotaciones de vacuno de carne en España utilizan sementales como única forma reproductiva; en cambio, otras lo combinan con técnicas de reproducción asistida. En cualquier caso, los sementales desempeñan un papel importantísimo en la explotación, porque si una vaca tiene un problema de fallo reproductivo por una causa individual, es un animal en la explotación el que tendrá dificultad para concebir: sin embargo, si el fallo reproductivo es a causa del semental, este afectará a la productividad de todo el rebaño. De este modo, la introducción de un semental infértil o subfértil en el rebaño puede provocar, además del coste económico justificado que supone el animal, una desviación de todos los índices reproductivos y con ello graves pérdidas económicas.
En este punto, se deben implantar las técnicas de testaje de sementales en los procesos de compra para evaluar la capacidad de los reproductores. Actualmente, se está elaborando un protocolo de evaluación de sementales a nivel nacional, del cual se obtendrán unos parámetros estandarizados para que en todo el territorio nacional se emplee el mismo rasero para determinar la aptitud de un animal (grupo VART, 2017).
Dicha evaluación consiste en la realización de un espermiograma completo, la medición testicular y el examen ecográfico testicular y de glándulas anejas. De manera complementaria está descrita la realización del examen de cubrición para evaluar la capacidad de monta. A nivel sanitario, en novillos que no han cubierto se recomienda extracción sanguínea y evaluación de las principales enfermedades reproductivas (IBR y BVD, principalmente). En toros que ya han cubierto, se debe realizar además el raspado prepucial para evaluar campilobacteriosis y tricomonosis. (E. Collantes-Fdez. et al., 2016).
Estos análisis deben hacerse siempre en una compra-venta y anualmente se debe realizar el testaje de los toros de la explotación o al menos, el espermiograma. En caso de duda de fallo reproductivo, se realizará el testaje completo.
Comúnmente, el manejo del semental se denomina “apartar los toros”. En gran parte de las ganaderías de nuestro país es una práctica muy extendida, lo que no es tan común es la época en la que se realiza. El fin de retirar un semental de las vacas es la no cubrición y, por lo tanto, que no haya partos en unos determinados meses. Junto al ganadero se debe determinar en qué meses no se quieren partos. Esta decisión se puede tomar apoyándose en indicadores económicos, medidas de manejo en la zona, climatología, etc.
La unidad de producción en la vaca nodriza es el ternero, pero no todos los terneros valen lo mismo (sin entrar en variabilidad individual ni de raza). Únicamente a causa de la fluctuación del mercado, la homogeneidad de los lotes y la cantidad de terneros que se vendan a la vez, se puede aumentar o disminuir entre un 5-20 % los ingresos por terneros. (S. Santos López, 2017).
Por ello, este pilar se refiere a conseguir el objetivo de la agrupación de los partos, ya que un lote homogéneo de terneros supone, en la gran mayoría de las explotaciones, muchos beneficios: control de partos en unos determinados meses, manejo alimenticio por lotes, venta de lotes de terneros homogéneos, etc. Obviamente, la optimización de la paridera está íntimamente ligada con el punto anterior y, además, se puede complementar con el uso de técnicas de reproducción asistida, como puede ser la inseminación artificial.
Cada día que pasa una vaca en la explotación cuesta dinero, por ello se deben disminuir los días en los cuales no está produciendo para minimizar las pérdidas. El único periodo improductivo que imponemos en vacuno de carne es el periodo de espera voluntario (PEV = días desde el parto hasta la involución total uterina). El PEV se sitúa en torno a 40-50 días. A partir de este momento la vaca debe estar disponible para ser cubierta o inseminada. Esta disponibilidad supone juntarla con el semental y verificar que ha comenzado a funcionar reproductivamente, es decir, ha salido en celo y está disponible para ser preñada por el macho.
Este indicador parece bastante lógico, pero generalmente es el que más problemas da, ya que existen múltiples factores que afectan a la disponibilidad de la vaca (a que esté ciclando) y muchos de ellos no se controlan actualmente: manejo alimenticio periparto, anestro (tipo I o II, posiblemente por falta de energía; tipo III o IV, cuyo tratamiento es sencillo si se realiza un chequeo ecográfico periódico), anestro por ternero al pie, etc. (G. Gnemi et al. 2015).
Existen muchas enfermedades que inciden negativamente en la reproducción: IBR, BVD, neosporosis, besnoitiosis, campilobacteriosis y un largo etcétera. Realizar planes de diagnóstico, prevención y control para todas ellas supondría un desembolso económico muy importante e injustificado, pues no sería viable, por lo que se realizará especial hincapié en las más prevalentes en la zona.
En todo el territorio nacional existe una amplia prevalencia e incidencia de cuadros de IBR y BVD, por lo que se podría decir que son las principales en reproducción de vacuno de carne. Por este motivo se debe realizar un buen control de los animales que van a entrar en la explotación, al igual que se debe realizar una serología antes de comenzar a trabajar con la explotación para saber en qué situación se encuentra. En función de los resultados se tomarán medidas ampliamente descritas en la bibliografía (LM. Ortega-Moral et al., 2015).
Las necesidades de alimentación de las vacas nodrizas varían en función de su estadio productivo. Todas ellas tienen necesidades de mantenimiento que cubrir durante toda su vida, ahora bien, no son iguales en una ternera, que en una novilla o en una vaca. Además de las diferencias alimenticias por edad, hay que tener muy en cuenta las necesidades dentro de un mismo grupo. En el caso del rebaño de vacas, necesitan un aporte energético extra en el periparto (dos meses antes y después de parir), pues necesitan alimentación suficiente para llegar con una buena condición corporal (CC) al parto y, además, en el posparto tienen que alimentar al ternero, cubrir sus necesidades de mantenimiento y reactivar sus ovarios. Por ello, en estos cuatro meses del ciclo productivo es cuando tienen que presentar una condición corporal óptima, en torno a 3. Una vez que se diagnostique la preñez de la vaca no se debe dejar que la CC se desplome hasta 1,5, pues la recuperación posterior en el preparto va a ser muy difícil.
Una vez entendidas las necesidades energéticas en función del estadio productivo, surge el problema añadido de cómo alimentar a los animales de un mismo rebaño si hay vacas preñadas de un mes, de tres meses, de ocho meses y recién paridas. Lo más sencillo es hacer lotes, tantos como se crea necesario o las facilidades de manejo y de las fincas nos permitan. Realizar estos lotes es muy importante porque generalmente las vacas comen según jerarquía, por lo que es muy probable ver en un rebaño vacas pasadas de peso y otras con una condición corporal deficiente.
Como complemento a la gestión reproductiva existen diversas técnicas de reproducción asistida que están, en gran medida, implantadas en las granjas de vaca nodriza españolas. Algunas de ellas son: ecografía, inseminación artificial, extracción y congelación de embriones, transferencia de embriones, extracción de semen y empajuelado, aspiración folicular, etc. En función del objetivo que busque el ganadero se pueden poner en marcha unas u otras, teniendo en cuenta la inversión en formación y en material que supone cada una de ellas.
Estas herramientas influyen muy positivamente en la gestión de la reproducción, pues facilitan el trabajo, mejoran índices, aumentan la productividad, etc. Cabe destacar el importantísimo uso que está teniendo la ecografía reproductiva en la vaca, puesto que aporta gran cantidad de información individual, que permite tomar decisiones individualizadas y solucionar problemas (anestro, piometra, fetos momificados, etc.) que no se detectaría de otra forma (G. Gnemi et al. 2015).
Con la implantación de la inseminación artificial a tiempo fijo (IATF) con un protocolo de sincronización estándar (como puede ser cosynch a 5 o 7 días con dispositivo intravaginal) se puede alcanzar la consecución de varios pilares de la gestión, como son la agrupación de la paridera, la reducción de días improductivos y la limitación de enfermedades infectocontagiosas de transmisión venérea. Además, se logra una importante mejora genética, mejora de índices productivos (terneros de mejor calidad, mayor peso y menor dificultad de parto), etc. La implantación sistemática de un protocolo de IATF en vacuno de carne puede hacer que en un lote de 100 vacas inseminadas se queden preñadas el 58 % (media española según datos del Ministerio de Agricultura, 2016) a la inseminación, y que el 42 % restante esté disponible para los sementales, de tal forma que en 65 días se logran preñar el 90-95 % de las vacas.
Informatización de datos
|
Actualmente se obtienen gran cantidad de datos reproductivos individuales y de rebaño que es preciso procesar para calcular índices técnicos y poder asesorar al cliente. Han surgido múltiples programas informáticos que engranan todos estos datos, transformándolos en indicadores técnicos y reproductivos que permiten tomar decisiones objetivamente. |