Álvaro Roy [1,2], Sergio González [2], Beatriz Romero [2], Lucía de Juan [2,3], Lucas Domínguez [2,3] y Javier Bezos [2,3]
[1] CZ Veterinaria SA (Porriño, Pontevedra)
[2] Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria, Universidad Complutense de Madrid
[3] Departamento de Sanidad Animal Universidad Complutense de Madrid
Los resultados del trabajo ponen de manifiesto que la bioseguridad y la segregación deben ir ligados a la aplicación de pruebas diagnósticas para hacer un seguimiento de su correcto funcionamiento y establecer medidas correctoras en caso necesario. A continuación se muestran los resultados y se desarrolla la discusión de este estudio.
En el rebaño sucio se obtuvo una prevalencia aparente de 72,8 %, empleando la intradermotuberculinización (IDTB) simple y el IFN- γ en paralelo en un grupo de 72 animales de distintas edades. Entre ellos, los diez animales reactores a las pruebas que se sacrificaron presentaron lesiones compatibles con tuberculosis (TB), aislándose e identificándose M. bovis SB0121 de todos ellos.
Respecto a los grupos de seguimiento, en el grupo del rebaño sucio el número de reactores a las pruebas diagnósticas siguió una tendencia creciente a medida que pasaba el tiempo, y se observó una mayor prevalencia aparente empleando la IDTB simple con respecto al IFN- γ en todos los tiempos (tabla). En el rebaño limpio no se observaron reactores a los 6 meses de edad, que aparecieron a los 12 meses de edad únicamente con la IDTB simple (16,1 %), que correspondía a los 6 meses después de la vacunación de paratuberculosis (PTB). A los 18 meses de edad aparecieron un número reducido de reactores a las tres pruebas diagnósticas (16,7 %), de los cuales dos de ellos fueron positivos tanto a la IDTB simple como al IFN- γ, que en esta ocasión fueron trasladados a la zona sucia, considerando que el efecto de interferencia de la vacuna de PTB debía ser mínimo transcurridos 12 meses desde la vacunación. Aun así, la reducción en el porcentaje de reactores a los 18 meses de edad en el rebaño limpio con respecto al sucio en la IDTB simple e IFN- γ fue de un 70,8 % y un 65,8 %, respectivamente (tabla). Como refleja la figura, la mediana del incremento de piel (mm) en el punto de inoculación de la tuberculina bovina (PPD bovina) en el rebaño sucio fue significativamente mayor con respecto al limpio en todos los tiempos (p <0,001). Asimismo, los valores de densidad óptica (DO) del IFN- γ producido por la estimulación de las sangres con PPD bovina fueron significativamente mayores en el rebaño sucio en todos los tiempos (p <0,05).
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Los límites inferior y superior de las cajas corresponden al primer y tercer cuartil, y la línea horizontal interior al valor de la mediana. Los círculos representan los valores extremos. |
Teniendo en cuenta que los dos grupos (sucio y limpio) fueron vacunados de PTB a los 6 meses de edad, se obtuvo un porcentaje elevado de reactores (mayor o igual a 4 mm) a la tuberculina aviar (PPD aviar) en ambos rebaños. El número de reactores que se obtuvo a la PPD aviar fue progresivo en el rebaño limpio, sin presencia de reactores a los 6 meses y con un 38,7 % y 56,7 %, a los 12 y 18 meses respectivamente. Sin embargo, en el rebaño sucio tuvo una tendencia creciente entre los 6 (16,7 %) y los 12 meses (42,2 %), disminuyendo a los 18 meses (17,5 %). El incremento de piel como respuesta a la PPD aviar (figura) a los 18 meses fue significativamente mayor en el rebaño limpio (p <0,001). Sin embargo, los valores de densidad óptica del IFN- γ producido por la estimulación con PPD aviar fueron mayores en el rebaño sucio en todos los tiempos, observándose únicamente diferencias significativas a los 6 meses (p<0,05).
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La aplicación de medidas adicionales como las mejoras en la bioseguridad de las explotaciones o los programas de segregación como el que se describe en este estudio, en combinación con las pruebas diagnósticas, podrían conformar en el caso del ganado caprino un programa más sostenible que los programas de erradicación basados únicamente en el diagnóstico y sacrificio. Estos programas de mejora de la bioseguridad y segregación deben ir ligados a la aplicación de pruebas diagnósticas para hacer un seguimiento de su correcto funcionamiento y establecer medidas correctoras en caso necesario. Además, estos programas son una herramienta eficaz no solo para controlar la TB, sino para mejorar el estatus sanitario de los animales frente a otras enfermedades infecciosas. Se han descrito programas de segregación basados únicamente en la reactividad a las pruebas diagnósticas en adultos [21, 22]. Sin embargo, hay determinadas situaciones inmunitarias como pueden ser los estados prealérgico y anérgico, las coinfecciones con otras micobacterias o la vacunación frente a PTB, que tienen un efecto negativo en la sensibilidad de las pruebas y, por tanto, en la clasificación de animales como falsos negativos y su inclusión en el rebaño segregado. Por esta razón, se considera que la segregación al nacimiento y la aplicación de test diagnósticos en el rebaño segregado es un método óptimo para llevar a cabo estos programas.
Otra herramienta de control complementaria que se ha propuesto en los últimos años es la vacunación frente a TB. Estudios recientes en cabras han demostrado la eficacia aceptable de distintas vacunas, principalmente en lo relativo a la reducción de lesiones macroscópicas o al recuento de unidades formadoras de colonias procedentes de tejidos diana, aunque no en la prevención de la infección [16, 23]. Sin embargo, la implementación de la vacunación aún presenta limitaciones importantes como la eficacia protectora y la interferencia que ocasiona en las técnicas diagnósticas (IDTB e IFN- γ). Para abordar este problema, se han desarrollado antígenos denominados DIVA (differentiating infected from vaccinated animals), enfocados en primera instancia para la vacuna BCG, que pueden distinguir entre animales vacunados e infectados [24]. Si bien es cierto que estos antígenos son muy específicos para este fin, todavía no tienen una sensibilidad equiparable a las PPD [16, 25, 26]. Considerando estas limitaciones, es evidente que la implementación de la vacunación no es posible a corto plazo y todavía requiere más investigación y validación en estudios de campo.
Mientras tanto, otros modelos de control individualizados que dependan de las condiciones epidemiológicas de cada granja, como el expuesto en este estudio de segregación, pueden ser de gran utilidad. En este estudio queda patente la eficacia del programa mediante la reducción de la prevalencia aparente en el rebaño limpio con respecto al rebaño sucio utilizando IDTB e IFN-γ, siendo esta absoluta a los 6 primeros meses, no observándose ningún animal positivo a las pruebas diagnósticas en ese tiempo. No obstante, 6 meses después de la vacunación de PTB aparecen un 16,1 % de reactores a la IDTB simple, no pudiendo discernir si se trata de una infección por TB o una interferencia producida por la vacunación de PTB [20, 27]. A los 18 meses se detectaron dos animales positivos a la IDTB simple, IDTB comparada e IFN- γ, que junto a otros tres reactores a la IDTB simple únicamente, fueron trasladados al rebaño sucio al haber transcurrido un tiempo prudencial desde la vacunación de PTB. Al no disponer de datos de una técnica de referencia o gold estándar en estos animales no se pudieron clasificar como falsos positivos ni como verdaderos positivos. Como no fue posible discriminar entre interferencia vacunal e infección, ante la duda se consideraron como infectados y se trasladaron al rebaño sucio. En lo que respecta a una hipotética infección, y ya que las medidas de bioseguridad están orientadas a evitar las vías más frecuentes de transmisión, como las vías aerógena y oral, tampoco hay que olvidar, de manera excepcional, la posibilidad de transmisión vertical [28]. Por otro lado, en lo que respecta a la evolución de la respuesta celular de ambos grupos, cabe citar que los valores del incremento de piel (mm) e IFN- γ (DO) en respuesta a ambas PPD aumentaron a lo largo del tiempo en los dos rebaños, salvo en el caso del incremento de piel a la PPD aviar y bovina en el rebaño sucio, donde disminuyeron a los 18 meses. Sería preciso valorar la evolución de la respuesta inmunitaria en muestreos sucesivos para determinar si este hecho se trata de algo puntual. En este programa de segregación se han empleado técnicas inmunológicas para el seguimiento de los grupos control de ambos rebaños, pero la utilización de sistemas de monitorización mediante la recogida de muestras ambientales también puede ser de gran utilidad. De esta forma, se podría obtener información adicional de la situación de la carga ambiental de TB, establecer puntos de riesgo o determinar el grado de exposición de los animales.
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Cabras durante el estudio. Al fondo aparece la sala intermedia. |
Considerando la proximidad física de los animales en este rebaño, a pesar de las fuertes medidas de seguridad impuestas, este modelo pone de manifiesto la importancia de la bioseguridad para esta y otras enfermedades infecciosas. Las inversiones en medidas de bioseguridad, menores o mayores dependiendo de la capacidad económica del ganadero, suponen siempre un balance positivo de beneficios y mejoras en la sanidad del rebaño. Por tanto, programas de segregación como el que se plantea en este estudio podrían constituir una herramienta complementaria muy útil en los programas de erradicación, siendo un sistema sostenible que permite mantener los rendimientos productivos de las explotaciones, conservando su valor genético y velando también por la conservación de las razas autóctonas en peligro de extinción. Un efecto positivo derivado de la posibilidad de mantener la capacidad productiva y la genética de las explotaciones que ofrecen estos programas mientras se ejecutan, sería que los ganaderos no se vieran acuciados a incorporar animales de otras explotaciones, lo que evitaría una causa relevante de aparición de brotes de TB [29]. A este respecto, es fundamental remarcar que todas estas mejoras carecen de sentido si se incorporan animales de otras explotaciones sin garantías sanitarias y no se hace un plan integral para evitar contactos con la fauna salvaje en caso de suponer esta un factor de riesgo. Otra de las ventajas que pueden tener estos programas de segregación es su carácter social, el cual no es cuantificable, pero es esencial en el avance hacia la erradicación. Esto estaría relacionado con la implicación del ganadero como actor principal en la solución del problema y no únicamente como espectador de los resultados diagnósticos. Además, esta implicación puede servir de motivación y aprendizaje en materia de bioseguridad para el ganadero, y redundar positivamente en un incremento de la profesionalización del sector. Asimismo, puede suponer una buena oportunidad para que ganaderos y veterinarios trabajen más estrechamente en la generación de nuevos conocimientos sobre la TB en ganado caprino, que puedan ser utilizados por la comunidad científica para desarrollar nuevas metodologías para su control.
Por último, no se debe olvidar, que lejos de ser algo secundario, la sanidad animal es la piedra angular de las ganaderías, no solo para proporcionar una buena salud a nuestros animales, sino para garantizar unos productos alimentarios seguros y de gran calidad, así como un pilar fundamental para los beneficios productivos de las explotaciones y su competitividad, tanto en el comercio nacional como internacional.
Este estudio ha sido materializado gracias a la estrecha colaboración y confianza depositada en el proyecto por el responsable de la explotación, y gracias a la profesionalidad y el esfuerzo desempeñado por sus trabajadores. Igualmente, agradecemos al Área de Ganadería de la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid por brindarnos la oportunidad de llevar a cabo este estudio, y al Servicio de Micobacterias de Visavet por el apoyo técnico y los análisis de laboratorio. Álvaro Roy es beneficiario de un contrato de Doctorado Industrial (DI-15-08110) financiado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad (Mineco) y Fondos Estructurales de la Unión Europea (FSE). Javier Bezos es beneficiario de un contrato Juan de la Cierva Incorporación (IJCI-2015-24805) financiado por el Mineco.
Bibliografía disponible en este enlace.