A. Iglesias1,2, R. Casals2, B. Quintana1, A. Solé1, S. Marti1 y M. Devant1*
1Producció de Remugants, Institut de Recerca i Tecnologies Agroalimentàries (IRTA)
2Universitat Autònoma de Barcelona (UAB)
*maria.devant@irta.cat
El suelo o tipo de cama, el espacio y su calidad son recursos limitantes. No solo es importante que los animales tengan acceso y los metros cuadrados sean suficientes (densidad), sino que también es importante la calidad de la cama. La calidad de la cama puede alterar el tiempo que los animales están tumbados, y lo que hay que intentar es que estén tumbados todo el tiempo posible. Cuanto más tiempo los animales están echados, menos interaccionan entre ellos (ocurren menos montas y menos peleas), más descansan y más rumian (lo que implica mejor salud ruminal). La mayoría de estudios en los que se evalúa el tipo de suelo contrastan suelos tipo emparrillado o slat con otro tipo de suelo, como suelos con camas de paja o colchonetas, pero siempre en naves cerradas (Elmore et al., 2015; Earley et al., 2017). Sin embargo, en nuestro sistema de cebo la mayoría de terneros se alojan en naves cubiertas o semicubiertas, abiertas, con camas de diferentes materiales (paja, cañote, etc.). Según el conocimiento de los autores, no existen estudios publicados en terneros cebados en nuestro sistema de cebo donde se evalúe la calidad del tipo de cama y su efecto sobre el confort, bienestar y la productividad de los terneros.
El objetivo del presente estudio fue evaluar el efecto del tamaño de la paja (entera frente a picada) y la frecuencia de limpieza del corral (una vez a la semana frente una vez cada dos semanas) sobre la limpieza, el comportamiento y el crecimiento de terneros de cebo. Se trata de un estudio preliminar, pues se realizó en terneros alojados individualmente, y los resultados deberán ser contrastados en condiciones comerciales, en las que en el corral hay diferentes zonas (alimentación, zonas de descanso con diferente humedad, etc.). La hipótesis de la que se partió fue que los terneros alojados en paja picada y limpiados una vez a la semana estarían más confortables y limpios, ya que se supone que la paja picada tiene mayor capacidad de absorción de los líquidos de las heces, seguidos de los alojados en paja picada y limpiados cada dos semanas, y los alojados en paja entera limpiados una vez a la semana. En último lugar, se hipotetizó que los animales alojados en paja entera y limpiados cada dos semanas serían los más sucios y los que tendrían menos confort.
Un total de 20 terneros frisones machos durante la fase de acabado (422 ± 4,2 kg de PV y 292 ± 0,5 días de edad) se alojaron en corrales individuales (2,90 × 1,97 m) y se distribuyeron aleatoriamente a uno de los cuatro tratamientos cuyo diseño era un factorial 2 × 2 (frecuencia de limpieza y tamaño paja). La prueba se realizó en verano, meses en los que debido al calor los terneros suelen beber más y, por lo tanto, orinan y ensucian más.
Los datos que se registraron durante los 56 días que duró la prueba fueron:
A continuación se exponen los resultados:
El consumo de concentrado (8,9 ± 0,37 kg/d) y de paja (0,9 ± 0,13 kg/d) no difirieron estadísticamente entre tratamientos, aunque ser apreciaran diferencias numéricas (figura 1). La GMD fue menor y la eficiencia peor (interacción P < 0,05, figuras 2 y 3) cuando los terneros tenían una cama de paja larga y se limpiaban cada dos semanas (1,38 ± 0,095 kg/d y 0,14 ± 0,007 kg/kg, respectivamente) comparado con los otros tratamientos (1,66 ± 0,095 kg/d y 0,17 ± 0,007 kg/kg, respectivamente).
Se observaron diferencias numéricas en el tiempo que estaban de pie (figura 4); los terneros con paja entera y limpiados cada 2 semanas numéricamente estaban más tiempo de pie que los terneros de los otros tratamientos. Además, los terneros que se limpiaban cada 2 semanas rumiaban menos (P <0,01, 2,53 frente a 2,10 ± 0,067 veces cada 15 min), se lamían más (P <0,01, 0,84 frente a 1,59 ± 0,067 veces cada 15 min) y tendían a realizar más estereotipias (P = 0,06, 0,09 frente a 0,23 ± 0,020 veces cada 15 min), que los terneros que se limpiaban una vez a la semana (figura 4). Los terneros alojados con paja entera realizaban más estereotipias que los terneros alojados con paja picada (P <0,01; figura 4). Los terneros que se limpiaban cada dos semanas pasaban más tiempo en el comedero de paja (P <0,05; figura 4) que los terneros que se limpiaban cada semana, aunque el consumo de paja no fuera superior (solo numéricamente en el caso de la paja entera).
El grado de limpieza de los corrales se asemejó a la de los animales, por ello solo se describen los resultados del grado de limpieza de los animales. Los animales alojados con paja entera y limpiados cada dos semanas, a pesar de tener la misma cantidad de paja que los otros tratamientos, fueron los más sucios (22 % de los animales fueron clasificados como “4”, figura 5). Los animales con paja picada y que se limpiaban cada dos semanas fueron los segundos más sucios (20 % clasificados como “3”, figura 5), seguidos de los alojados con paja entera y limpiados una vez a la semana (77,5 % como “2”, figura 5) y los más limpios fueron los alojados con paja picada y limpiados cada semana (50 % como “1”, figura 5).
Este es un estudio preliminar realizado con pocos animales y con tratamientos extremos, pues al estar alojados individualmente en corrales pequeños los animales no pueden crear diferentes ambientes (zona alimentación, zona descanso) como suele ocurrir en condiciones comerciales (varios animales alojados en corrales de mayores dimensiones) y durante el verano (más calor, orinan más, corrales más sucios). Sin embargo, este estudio permite observar por primera vez que:
Earley et al. 2017. Acta Vet Scand. 59: 34.
Elmore et al. 2015. J. Anim. Sci. 93: 1258.