Carlos Bedolla Cedeño
Profesor e investigador titular. Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán, México
E-mail: bedollajl@yahoo.com.mx
La mastitis caprina es una enfermedad causada por microorganismos que invaden la ubre, normalmente debido a un mal manejo de la máquina de ordeño, y producen un proceso inflamatorio de carácter leve o grave. La inflamación de la ubre se caracteriza por cambios en el tejido glandular y en la leche. Cuando estos cambios son detectables mediante inspección visual y/o palpación, se habla de mastitis clínica. Si no hay cambios fácilmente observables, se recurre a métodos diagnósticos indirectos de campo o de laboratorio. Si estos análisis arrojan resultados positivos, se habla de mastitis subclínica.
La mastitis clínica causa pérdidas económicas evidentes para el ganadero, lo que provoca su preocupación e interés por resolver el problema. Sin embargo, el impacto económico de la mastitis subclínica no es evidente sin realizar un análisis de pérdidas de producción durante un periodo largo de tiempo (al menos un año). Esta es la razón por la que es más difícil comprometer a los ganaderos en la toma de medidas de control a este respecto.
La mastitis es un problema poblacional multifactorial de muy difícil erradicación, por lo que su control depende de la aplicación de un sistema integral de medidas encaminadas a reducir la tasa de nuevas infecciones y el tiempo de infección de cada caso de mastitis.
En el caso de pequeñas explotaciones, como las habituales en zonas rurales mexicanas, la inflamación surge a menudo por un mal manejo. Las diferentes razones que pueden provocar inflamación de las glándulas mamarias de una cabra en este tipo de explotaciones son las siguientes:
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El baño de los pezones con una solución germicida después de cada ordeño, es una práctica efectiva para reducir la tasa de mastitis. |
El establecimiento de programas de control con el objeto de disminuir la incidencia de mastitis debe adaptarse en la medida de lo posible a las características específicas de cada explotación. La prevalencia de la enfermedad, las características de la explotación (intensiva, extensiva o mixta), el control ambiental y el clima de la zona, el tipo y estado de las instalaciones, aspectos sanitarios generales del rebaño y su manejo productivo son elementos fundamentales a analizar para establecer el programa de control más apropiado. La estrategia de control debe contemplar el riesgo de contagio desde todas las potenciales fuentes de gérmenes, sobre todo la alta posibilidad de infección durante el ordeño en casos de manejo deficiente. Por otro lado, un buen programa de control de la mastitis caprina debe incluir el tratamiento inmediato de cualquier caso detectado.
A nivel mundial se han puesto en práctica diferentes programas de control de mastitis en cabras. En el presente artículo se hace referencia a los siguientes tipos:
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Las medidas generales a adoptar para el control de la mastitis caprina comienzan con la eliminación de los animales con enfermedad crónica o incurable. Es recomendable utilizar el tratamiento durante el secado como medida preventiva, cuando sea necesario. Los tratamientos aplicados durante el periodo de secado dan como resultado una tasa de curación doble que la de los tratamientos practicados durante la lactación. Es también necesario llevar un apropiado registro de datos. Por último, es fundamental mantener los equipos en buenas condiciones de limpieza y revisar las maquinas de ordeño regularmente.
Es importante tener en cuenta el rol que representa el hombre en el problema de la mastitis. Con respecto al ordeño mecánico, las tasas de mastitis siempre son más elevadas en rebaños mal ordeñados. El buen ordeño necesita buenos operarios con una disposición positiva hacia el trabajo, una buena capacidad para identificar las cabras, sus características y sus problemas, y una alta capacitación laboral para llevar a cabo el trabajo en óptimas condiciones. El ganadero o responsable de la explotación debe a su vez controlar dicho ordeño de una manera eficiente, tener buenas habilidades para el manejo del personal y ser profesional y consistente en cuanto a la supervisión de los procedimientos y el mantenimiento de las instalaciones. Por otro lado, el veterinario o técnico adscrito a la explotación es el responsable de la planificación de toda la operación y sus funciones son variadas y muy relevantes. Debe elaborar un manual de procedimientos de ordeño, incluyendo el mantenimiento, y de limpieza y desinfección de los equipos e instalaciones. También debe instruir en la aplicación correcta del procedimiento de ordeño, seleccionar los equipos (pezoneras), materiales (limpiadores y desinfectantes) y medicamentos que deben emplearse, y formar al personal sobre su uso apropiado. Es su responsabilidad elaborar y hacer cumplir el manual de procedimientos para el control de la mastitis, lo que incluye la supervisión de los controles y análisis diagnósticos pertinentes como la toma de muestras de leche para cultivo y antibiogramas. Posteriormente deberá decidir, en función de los resultados obtenidos, sobre la redistribución de los lotes de cabras, el orden de ordeño, el método de secado y realizar recomendaciones sobre la eliminación de animales con problemas de mastitis. Para esta última tarea, se debería ayudar mediante el análisis estadístico mensual de los datos de monitorización de la mastitis. Por último, el hombre también desempeña un papel importante en el problema de la mastitis desde las posiciones de administración o gerencia de una empresa ganadera. Es desde este nivel desde donde se tiene que aprobar el plan de trabajo técnico del ordeño y el presupuesto de gastos, así como asegurar los fondos para la compra de los materiales que se requieran. Estas decisiones de gestión, dependientes del propietario/responsable último de la explotación, afectarán notablemente la eficiencia de la gestión empresarial de la explotación.
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El estado de las instalaciones es fundamental para establecer programas de control. |
Un manejo adecuado es fundamental para el control de las mastitis, y además es probablemente la mejor medida preventiva de las infecciones mamarias. Las medidas de higiene general que disminuyen el grado de contaminación ambiental reducen igualmente los procesos clínicos por coliformes. En ganado caprino lechero se recomienda, además de la limpieza de ubres, el cambio frecuente de la cama para mantenerla limpia y seca, y la higiene extrema en el área de partos para prevenir nuevas infecciones. Una práctica fundamental para detectar ubres lesionadas es la palpación periódica de las mismas, seleccionando animales susceptibles de ser eliminados en la siguiente lactación por su probable incapacidad para la producción de leche. Esta práctica también permite detectar animales con procesos crónicos, caracterizados por engrosamientos y asimetrías de la ubre. La palpación de las ubres debe ser una parte ineludible de la rutina diaria de ordeño, y el mejor momento para realizarla es después del ordeño, cuando la ubre se encuentra vacía.
Antes de conectar las pezoneras, se debe realizar el despunte y limpieza de los pezones. El uso de servilletas especiales (provistas de desinfectante y humectante para la piel) permite preparar la ubre para la producción de leche. Después de la extracción de la leche, el esfínter del pezón permanece abierto durante un tiempo variable. El riesgo de infección una vez ordeñado el animal, unido a la carga bacteriana aportada a los pezones durante el ordeño, justifica la obligatoriedad de proteger la glándula de nuevas infecciones. Se ha comprobado que el baño de los pezones con una solución germicida después de cada ordeño es una práctica efectiva para reducir la tasa de nuevas infecciones intramamarias. De hecho, esta práctica se considera la medida más simple y efectiva de control de mastitis. Los desinfectantes más ampliamente utilizados contienen iodóforos o clorhexidina, además de emolientes que promueven una buena condición cutánea del pezón. El sellado posterior de los pezones es también una manera simple, eficaz y económica de reducir las poblaciones bacterianas en la piel del pezón.
Es imprescindible llevar a cabo un programa de desvieje de los animales infectados crónicamente por procesos de mastitis dentro de cualquier programa de control efectivo. Esta medida debe ser un complemento al tratamiento farmacológico de la mastitis, ya que la presencia de lesiones mamarias crónicas reduce la eficacia curativa del tratamiento.
La revisión periódica de todas las partes que componen la máquina de ordeño es indispensable, incluyendo la revisión de la bomba de vacío (para detectar posibles fugas) y de los conductos de la leche. Es especialmente relevante revisar las uniones de los tubos; si se trata de mangueras, para verificar que en el trayecto no se encuentren orificios por donde se escape l vacío. En el caso de los pulsadores, estos deberán estar protegidos del agua, o situados en lugares donde no puedan mojarse, para evitar su mal funcionamiento. Las mamilas que se encuentran dentro de las copas de ordeño deben cambiarse una vez al mes, o cuando se observe la existencia de orificios o roturas, ya sea en el cuerpo de estas o en las mangueras de conexión de vacío. Estos orificios o roturas son frecuentes cuando la presión es muy alta o la mamila ha sido usada durante mucho tiempo, ocasionando el adelgazamiento del plástico de que está hecha. Cabe aclarar que la frecuencia en el cambio de estas partes está condicionada al tiempo de uso y a la calidad de los materiales empleados para la fabricación de los equipos. En el caso de pequeñas explotaciones con equipos de ordeño mecánico portátiles, es importante revisar que la tapa del bote colector quede cerrada herméticamente por el vacío, sin que exista ninguna fuga que pueda alterar la extracción de la leche.
El número de pulsaciones y la presión de vacío de las máquinas de ordeño son mayores en el caso de cabras que en el de vacas lecheras. Con el ganado caprino se utilizan de 60 a 70 pulsaciones por minuto. Algunos autores apuntan a una relación de estos dos parámetros (pulsaciones y presión) con el nivel productivo del animal, disminuyendo en altas productoras y aumentando en bajas productoras. En general, se recomienda intentar mantener un nivel de vacío de 36-38 kPa y un nivel de 90 a 110 pulsaciones por minuto, con una proporción del 50 % en la relación de pulsaciones.
La capacitación del personal de ordeño en el manejo y mantenimiento de la maquinaria es fundamental, pues solo de esta manera se reportarán rápida y oportunamente los posibles fallos en el equipo que puedan dañar la glándula mamaria. Es importante recalcar que únicamente puede operar el equipo de ordeño el personal capacitado para tal fin.
En síntesis, además de los procesos de higiene diarios durante la rutina de ordeño, resulta primordial realizar un chequeo anual de la propia máquina, incluyendo el reemplazo de las mangueras y pezoneras, y un adecuado mantenimiento. Se evitarán a toda costa las malas prácticas como el ordeño prolongado o insuficiente, así como la remoción de las pezoneras sin previo corte del vacío.
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La mastitis caprina se caracteriza por una inflamación de la ubre que conlleva cambios en el tejido glandular y en la leche. |
El conteo de células somáticas (CCS) es un parámetro dinámico que puede mostrar variaciones naturales importantes; por ejemplo, las debidas a la incorporación de leche calostral o leche de animales con producción disminuida debido a la aproximación del periodo de secado. Esta variabilidad es a su vez mucho más acusada en rebaños pequeños, donde la influencia de un solo animal sobre el valor promedio del grupo es importante. Los valores fluctuantes también pueden ser indicativos de accidentes menores; por ejemplo, el estrés puede elevar el conteo de células. Sin embargo, estas pequeñas variaciones son de poca importancia, siempre que hayamos identificado la causa subyacente y las variaciones no constituyan un cambio en la tendencia general. La verdadera relevancia del CCS se encuentra en el hecho de que el seguimiento de su tendencia proporciona una idea de lo que está sucediendo en la granja y de la eficacia de las acciones acometidas.
Por lo tanto, un único valor de CCS aislado no es una información muy relevante, aunque puede indicar aproximadamente la situación de una explotación en particular. Como ejemplo, un CCS de 300.000 es sugestivo de una granja excelente (desde la perspectiva de la mastitis), mientras que una cifra de 1.500.000 es inicialmente indicativa de problemas. Considerando el tipo de explotaciones al que se refiere el presente artículo, se podría considerar un CCS de 750.000 como indicativo de una granja con un nivel aceptable de mastitis subclínica. Pero también hay que tener en cuenta que una granja con un CCS bajo no está necesariamente libre de problemas, ya que en la mayoría de los casos la leche proveniente de animales con mastitis clínica no se destina al tanque de ordeño. Por este motivo, además de utilizar el CCS como indicador de procesos subclínicos, se requiere un seguimiento de los procesos clínicos, registrándolos y estableciendo un diagnóstico adecuado.
Un buen programa de control de mastitis debe garantizar que el CCS tienda a disminuir. Por supuesto, esto será mucho más fácil en granjas donde se parta de valores iniciales muy altos. En estos casos, la simple eliminación de algunos animales problemáticos bastaría para mejorar los valores de CCS (disminuirlos). Por el contrario, una vez que una explotación ha alcanzado valores de CCS moderados (por ejemplo, 500.000), resulta muy difícil conseguir mantener una tendencia decreciente.
El CCS se puede realizar a nivel de campo a través de pruebas como California o DeLaval Cell Counter, o bien en el laboratorio, mediante microscopía directa o mediante equipos instrumentales que realizan el recuento automatizado bien de partículas (Coulter-Counter), bien de núcleos celulares (Fossomatic). Con este último, puede cuantificarse la intensidad de la respuesta celular, que está correlacionada con el tipo de infección, por lo que es el método más frecuentemente utilizado para el diagnóstico de mastitis subclínicas, y como herramienta de control de las mismas.
El tratamiento antibiótico durante el periodo de secado, bien conocido en el ganado bovino lechero, es considerado una de las herramientas de mayor eficacia en los programas de control de mastitis. Sin embargo, en el ganado caprino y ovino la información disponible es escasa y centrada exclusivamente en tratamientos de secado completos; es decir, tratamientos sobre todas las glándulas mamarias de todas las cabras, independientemente de su estado sanitario. Por el contrario, teniendo en cuenta el número de efectivos habitual de los rebaños caprinos y su manejo por lotes, el tratamiento antibiótico de secado selectivo presenta varias ventajas. Supone una mayor facilidad de uso a un menor coste, reduce la utilización de antibióticos en los rebaños y permite limitar los riesgos de contaminación iatrogénica de la ubre. Además, como consecuencia, disminuye el riesgo de la presencia de inhibidores en la leche.
La recomendación general para cualquier tipo de ganado lechero es que las mastitis subclínicas no deben tratarse durante la lactación. La principal razón es la inviabilidad económica, debida a la menor eficacia del tratamiento y a la cantidad de leche eliminada (no comercializable) durante el periodo de supresión. Este problema es mayor en el ganado ovino y caprino, ya que el periodo de supresión tras la aplicación de un tratamiento intramamario durante tres días consecutivos es de 136 horas en ovejas y 112 horas en cabras. Por lo tanto, la aplicación del tratamiento antibiótico durante el secado evitaría este gran problema de generación de residuos antibióticos en leche. Otras ventajas del tratamiento antibiótico durante el secado son la reducción de la exposición de otras cabras del rebaño a patógenos causantes de mastitis, la regeneración del tejido mamario dañado durante dicho periodo seco y la reducción de los niveles de infección justo antes del momento de más alta producción lechera.
Según los resultados de investigaciones realizadas sobre este tema, cuando el objetivo final del tratamiento sea la eliminación de infecciones ya existentes, la terapia selectiva se considera tan efectiva como la completa. Por el contrario, si la meta es reducir la alta prevalencia de mastitis en un rebaño o reducir infecciones nuevas que aparecen recurrentemente durante el periodo de secado, el tratamiento completo sería la terapia de elección. En este caso, los pasos a seguir para asegurar un correcto programa de control de la mastitis comenzarían con la eliminación de las cabras con enfermedad crónica o incurable, y se plantearía utilizar como medida preventiva el tratamiento en cabras secas cuando sea necesario.
Como conclusión, estas serían las recomendaciones para implementar un programa de control de mastitis caprina:
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1. Estudiar los datos disponibles sobre el CCS, bacteriología y últimas revisiones de la máquina de ordeño. 2. Realizar inspecciones del área de estabulación de animales, con especial atención al espacio disponible, la limpieza de los alojamientos, etc. 3. Realizar inspecciones regulares de la máquina de ordeño (limpieza, estado de las pezoneras, condiciones de las gomas, estado de la bomba de vacío, ausencia de colectores, etc.). 4. Inspeccionar el proceso de ordeño: rutina completa, comportamiento de los animales, condición de los pezones al momento de la retirada de pezoneras, posibles excesos de ordeño, etc. 5. Inspeccionar las ubres y los ganglios linfáticos retromamarios mediante palpación, buscando nódulos, diferencias entre ubres, induraciones, ectima, etc. 6. Recolectar muestras de leche de los animales que resulten positivos a pruebas laboratoriales, y de aquellos con presencia de nódulos. Asimismo, es recomendable recolectar muestras de cabras de primer parto y en las primeras etapas de la lactancia, lo que contribuye a identificar agentes etiológicos responsables de nuevas infecciones. |
Bibliografía en poder del autor.