Pablo Díaz, José Pedreira, Mª Patrocinio Morrondo, Pablo Díez, Ceferino Manuel López, Rosario Panadero, Gonzalo Fernández, Alberto Prieto, Susana Remesar, José Manuel Díaz y Gonzalo López
Área Sanidad Animal. Facultad de Veterinaria de Lugo. USC
Entre las medidas complementarias más útiles para prevenir o reducir las diarreas neonatales en las granjas se incluye intensificar la inmunidad para mejorar la resistencia del ternero, así como reducir la presión de infección.
Para reducir la aparición de casos de diarrea neonatal en una granja se debe realizar una evaluación minuciosa del manejo de las vacas secas y de aquellas en el periodo de periparto, así como de los terneros recién nacidos.
La vacunación de las madres en la segunda mitad de la gestación frente a ETEC, rotavirus y coronavirus se relaciona con una reducción de la incidencia de diarreas y de los porcentajes de mortalidad debido al incremento del título de anticuerpos específicos en el calostro. Para que el animal desarrolle una respuesta inmunitaria óptima tras la vacunación debe tener un buen estado de salud en el periodo seco, además de contar con una alimentación suficiente y equilibrada. Una buena nutrición también favorece la producción de suficiente calidad de calostro para proteger al ternero.
Se estima que una concentración adecuada de IgG en el calostro debe ser de al menos 50 mg/ml. Se debe tener en cuenta que las vacas vacunadas, o que hayan superado la infección con alguno de estos enteropatógenos, producen calostro con una mayor concentración de IgG. También se ha comprobado que ciertas razas, así como madres con varios partos o con un periodo seco entre los 40 y los 90 días tienen un calostro de mejor calidad.
Es recomendable que, antes de encalostrar al ternero, se estime la concentración de IgG del calostro para poder calcular el volumen mínimo que debe ingerir el ternero. La valoración visual del calostro no es útil para estimar la calidad del calostro ya que, por ejemplo, una densidad alta puede ser solo indicativa de un elevado contenido en grasa. Se dispone de técnicas inmunológicas, que se realizan en el laboratorio, pero a nivel de campo se suelen emplear instrumentos de determinación directa como el calostrímetro y el refractómetro. Las mediciones deben realizarse con el calostro a temperatura ambiente (20-25 ºC) para evitar lecturas erróneas. Por lo general, una densidad superior a 1050, así como un valor Brix de al menos 22 % en el refractómetro representan un calostro de buena calidad.
Hay disponible calostro artificial que puede emplearse para suplementar o sustituir los calostros de mala calidad. Aunque su concentración en IgG es adecuada y permite prevenir la infección por ciertos microorganismos como Mycobacterium avium subsp. paratuberculosis, se ha señalado que carece de ciertos compuestos importantes presentes en el calostro, como IgA, vitaminas, factores de crecimiento, etc.
No es suficiente que la madre produzca un calostro de buena calidad si el ternero no ingiere la cantidad adecuada al poco tiempo de su nacimiento. La cantidad de calostro que un neonato debe ingerir depende de su calidad, del peso del animal y de la eficiencia de la absorción intestinal de anticuerpos, de modo que concentraciones de IgG en suero de al menos 10 mg/ml asegurarían una inmunidad adecuada. La mucosa intestinal es permeable a macromoléculas como las IgG solo durante un tiempo limitado, estimándose que la eficiencia de la absorción de anticuerpos calostrales oscila entre el 20 % y el 50 % en las primeras 2 horas de vida y disminuye de forma notable a partir de las 6 horas, hasta ser prácticamente nula a las 24 horas; por ello, la absorción de IgG será más eficiente si el animal ingiere el calostro inmediatamente después del nacimiento. La administración de calostro a las 24 horas del nacimiento también presenta ventajas, ya que las IgG no absorbidas pueden unirse localmente a los enteropatógenos en el intestino, contribuyendo a reducir la incidencia del proceso y su gravedad.
Aunque los protocolos de encalostrado difieren según los estudios, como norma general, se recomienda que los terneros ingieran al menos 3 litros de calostro de buena calidad en las primeras 6 horas de vida, preferiblemente durante los primeros 30 minutos tras el nacimiento, y posteriormente añadir una segunda toma de igual volumen entre las 8 y 12 horas de vida. El nacimiento de animales débiles o que no saben mamar, partos distócicos, rechazo del ternero por parte de la madre, competición entre terneros o vacas que presentan lesiones, malformaciones o infecciones en la ubre impiden o retrasan la ingesta de suficiente calostro.
En este sentido, también se ha señalado que un porcentaje importante de terneros a los que se les permite tomar calostro ad libitum no ingieren una cantidad suficiente de manera voluntaria. Por ello, se debe asegurar un correcto encalostrado del ternero, forzando la ingestión mediante el empleo de una sonda esofágica si fuera necesario.
El calostro debe recogerse de forma higiénica para evitar que se contamine con bacterias como M. avium subsp. paratuberculosis, Salmonella spp. o cepas patógenas de E. coli, que podrían causar enteritis o septicemia. La pasterización del calostro (60 ºC durante al menos 30 minutos) permite reducir su carga bacteriana, aunque algunos estudios señalan ligeras pérdidas de calidad. Además, el calostro debe usarse en las 2 horas siguientes a su recogida; de lo contrario, las IgG comienzan a degradarse y pierde calidad.
En este sentido, es recomendable mantener almacenado el exceso de calostro de muy buena calidad para su utilización en caso necesario. Así, se puede mantener refrigerado a 4 ºC durante 1 semana o congelado hasta 1 año sin grandes pérdidas de calidad. Es importante que los recipientes se etiqueten con la fecha, identificación de la vaca y su calidad, y deben ser recipientes desinfectados con una capacidad máxima de 2 litros, ya que los recipientes de mayor volumen retrasan su enfriamiento y favorecen la multiplicación de bacterias. Si se congela, debe descongelarse lentamente, evitando el sobrecalentamiento, que podría desnaturalizar las IgG, así como otras proteínas, y reducir su calidad.
Finalmente, debería evaluarse el grado de transferencia pasiva de anticuerpos en el ternero, lo que permite comprobar la eficiencia del encalostrado. Los terneros sanos de 2-7 días muestran concentraciones superiores a 10 mg/ml de IgG y más de 5 mg/ml de proteínas séricas totales. Se pueden medir las concentraciones de anticuerpos y/o proteínas totales en suero mediante un refractómetro o con técnicas de precipitación en sulfito sódico o coagulación con glutaraldehído. Se dispone también de varias técnicas inmunológicas, incluyendo tests rápidos inmunocromatográficos, que presentan valores elevados de sensibilidad (98 %) y especificidad (93 %).