Antonio Callejo Ramos
Doctor ingeniero agrónomo y profesor titular de universidad en el Área de Producción Animal en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas de la Universidad Politécnica de Madrid
En la mayoría de las granjas de vacuno de leche actuales los alimentos proceden del exterior, y pueden, por consiguiente, actuar como vectores de transmisión de enfermedades. Estos alimentos, incluso los obtenidos en las tierras de cultivo propiedad del ganadero, pueden estar contaminados por inadecuadas prácticas agrícolas (distribución de estiércol o purín de otras granjas, o riego con agua contaminada) o de pastoreo. Cuando los alimentos proceden de tierras agrícolas propias, el ganadero debe mantener registros completos de la distribución en ellas de estiércol o purín. Por tanto, piensos, forrajes, agua y otros componentes de la alimentación deben suministrarse a los animales en adecuadas condiciones higiénicas. Del mismo modo, su posible tratamiento y manipulación debe garantizar que no actuarán como vectores inanimados de patógenos. En este sentido, conviene recordar lo habitual de manejar el estiércol y preparar los alimentos con el mismo cargador frontal acoplado al tractor u otra máquina. En caso de no poder disponer de equipamiento diferente para ambas tareas, es imprescindible limpiarlo y desinfectarlo perfectamente tras ser utilizado en el manejo de las deyecciones. La salmonelosis o la paratuberculosis son ejemplos de enfermedades de rápida difusión cuando se comparte maquinaria en el manejo del alimento y de las deyecciones.
Los alimentos para los animales pueden contener sustancias indeseables que perjudiquen el correcto funcionamiento digestivo y metabólico del organismo. El contenido máximo de estas sustancias está regulado por la legislación de la Unión Europea.
Algunas de estas sustancias indeseables pueden aparecer en la propia explotación debido, principalmente, a un almacenamiento inadecuado de las materias primas utilizadas para la preparación de las raciones. Por ejemplo, las micotoxinas son metabolitos secundarios de los hongos que se producen en determinadas condiciones ambientales, generalmente con elevada actividad de agua y temperatura.
Por esta razón, es necesario realizar análisis microbiológicos regulares (incluyendo hongos y micotoxinas) de las materias primas, de los piensos preparados y de los forrajes; es decir, de cada partida que llega a la explotación y antes de ser suministrada a los animales. Como estos continuos análisis de micotoxinas (aflatoxinas, fumonisinas, vomitoxina, zearalenona) pueden resultar muy onerosos, al menos deben guardarse muestras de cada lote de alimentos adquiridos hasta que hayan sido consumidos sin incidentes. En el caso de un eventual problema, podremos interrumpir el suministro, analizar la muestra guardada y, en su caso, exigir responsabilidades.
Sin embargo, otras de las sustancias indeseables citadas están ya presentes en las materias primas cuando estas llegan a la granja. Por ello, no debe olvidarse tampoco la prevención y el importante riesgo de contaminación del proceso de fabricación de piensos.
El Reglamento (CE) 183/2005 de higiene de los piensos está basado en el concepto de análisis de peligros y puntos críticos de control (APPCC) y supone la aplicación de las guías de buenas prácticas. A este respecto, la Federación Europea de Fabricantes de Piensos Compuestos (FEFAC) ha publicado dos útiles guías:
En este reglamento se menciona el muestreo (control) como una obligación de calidad. Los alimentos deben adquirirse de proveedores de absoluta confianza que, a su vez, dispongan de sistemas de aseguramiento de calidad de los productos que suministran.
Debe llevarse un registro tanto de los alimentos que se adquieren directamente en el mercado como de aquellas materias primas empleadas en la preparación del alimento en la propia explotación. Dicho registro debe garantizar la correcta trazabilidad de estos productos, anotándose los datos que la normativa europea señala. Así, en la etiqueta que debe adjuntarse a la mercancía por parte de los fabricantes de piensos debe figurar:
Esta información puede resultar indispensable si se sospecha que el alimento puede haber actuado como transmisor de enfermedades.
De especial riesgo resultan los productos sustitutivos de la leche destinados a la alimentación de los terneros. Por un lado, su composición facilita considerablemente su contaminación; por otro, requieren un manejo e higiene impecables, en especial en lo que se refiere a los elementos necesarios para su uso (nodrizas, batidoras, tetinas, cubos, etc.).
Los sacos de lactorreemplazantes deben almacenarse correctamente, en un local fresco, seco y al abrigo del sol; protegido de insectos, roedores, pájaros y cualquier otro tipo de vector animado. No olvidemos que estos alimentos suelen ser muy apetecibles para cualquier animal.