Invertir en sanidad es una apuesta segura en tiempos de crisis
Un 2% más de mortalidad supone más de 100 euros menos ganados por ternero llevado al matadero
Octavio Catalán Rueda es el jefe del Servicio Técnico de Rumiantes de INZAR S.L., empresa especializada en nutrición y sanidad de vacuno y porcino.
Vivimos momentos difíciles en la economía, tiempos difíciles en el sector ganadero, que aunque acostumbrado a estas situaciones no por ello deja de tener características y connotaciones especiales.
Ante la necesidad de sobrevivir como objetivo a corto plazo, el empresario ganadero suele reaccionar de forma muy diversa, aunque, por lo general, lo hace ajustando los gastos, que no es mala política para seguirla como constante y no como urgencia antes de entrar en situación de coma financiero.
Cada sector ganadero tiene sus peculiaridades y, por lo tanto, cada sector puede tener sus resortes y diferenciales para que esta reacción de supervivencia se manifieste de uno u otro modo. Mis comentarios se van a centrar en el vacuno de carne, en los cebaderos en concreto, aunque, me temo, que no disten mucho de cualquier otro subsector ganadero.
Si bien el sector productivo no es consciente del detalle de los costes que cada lote o partida de animales que va al matadero supone en la cuenta de resultados, sí que es conocedor, grosso modo, de los términos porcentuales que cada grupo de gastos o costes representa en el total de lo producido. Es decir, cualquier ganadero sabe que la alimentación va a suponer la inversión más importante que tiene que llevar a cabo, al margen de la compra, que según el tipo de animal que trabaje supondrá más o estará inmediatamente por debajo del gasto en alimentación. En el segundo o tercer lugar del desembolso que debe de hacer cuando se plantea cebar terneros van a figurar la repercusión que, sobre el kilo de peso vivo producido, van tener los gastos fijos y variables. Éste detalle aún suscita ciertos debates y, sin duda, es la clave que hace descapitalizarse a multitud de pequeñas empresas familiares acogidas a esta actividad. Y, por último, la mayor parte de los ganaderos conocen, o se les ha explicado en numerosas ocasiones, que los costes sanitarios son el último y más pequeño grupo de gastos a los que van a tener que hacer frente.
El coste sanitario en un cebadero normal está sobre el 3% de los gastos de cada lotePara intentar que estos comentarios pasen a otro nivel que no sea el de la barra de un bar, voy a intentar ponerle cifras a este análisis y, partiendo de aceptar una de las características innatas al subsector del vacuno de carne, como es la variabilidad genética que nos obliga a dar por válidos diferentes datos productivos y económicos, voy a partir del cebo de un ternero macho pastero español.
Si mañana se me ocurre la feliz, aventurera y valiente idea de cebar terneros machos de Andalucía o Extremadura, tengo que ir al banco y sacar o pedir una cifra de dinero que, porcentualmente, se va dividir de la siguiente forma:
- el 52,4 % de la inversión la destinaré a la compra,
- el 31,1 % a la alimentación,
- el 9,4 % a la repercusión de los gastos fijos,
- el 3,8 % a la repercusión de los gastos variables y, por fin,
- únicamente el 3,2 % lo destinaré a los gastos sanitarios, que incluyen los tratamientos curativos, los tratamientos preventivos, las bajas y las mermas ocasionadas por los animales crónicos.
Bajo este prisma, y teniendo que si hay que reducir gastos está claro donde se ataca primero... ¡A gastar menos en medicamentos!: que si en vez de este antibiótico que es muy caro utilizo otro que es más barato y me dicen que va muy bien; que si en vez de dos dosis de vacuna pongo una o pruebo a quitar las dos: que si me han dicho que puedo desparasitar con un producto que casi me pagan por comprarlo... En fin, argumentos miles que no faltan para justificar rascar un dinero donde creo que menos importancia tiene gastarlo, todo para que al aplicar mi baremo de porcentaje pase de un 3,2 % al 2,8 % en el mejor de los casos.
Bueno, si esto fuera así sería muy loable esta reducción del gasto pero, a menudo, nada es gratuito y el coste que hay que pagar por ciertas modificaciones es sorprendentemente excesivo.
La reducción del gasto sanitario implica riesgos que pueden tener un coste muy elevado¿Sabemos qué puede suponer modificar el nivel de salud de un cebadero que, no nos equivoquemos, es el que me permite mantener el gasto sanitario en el vagón de cola del coste productivo? Muchos ganaderos sí son conocedores de lo que repercute este cambio de nivel sanitario pero, a menudo, lo olvidan con facilidad y cualquier veterinario que haya trabajado en clínica de cebaderos podrá dar fe de que una granja de terneros con una mala sanidad es muy difícil que sea rentablemente productiva.
Sólo por dar una serie de datos que vuelva a elevar el análisis a un grado serio: subir 2 puntos porcentuales la mortalidad, siempre fruto de aumentar la morbilidad, no supone un quebranto económico importante por la repercusión que, sobre
los vivos, tienen las bajas, sino por la influencia que sobre la ganancia media diaria y, por lo tanto, los gastos fijos y variables, puede tener el mayor nivel de enfermedad. A esto se une que no hay que olvidar que el índice de conversión, verdadero termómetro de rentabilidad, sale de dividir el consumo entre la ganancia media diaria y que si el denominador disminuye el cociente aumenta.
Con números: si provocar un mayor nivel de enfermedad debido a modificar mi programa sanitario, me lleva a aumentar la mortalidad en 2 puntos porcentuales, me puede hacer pasar de producir a 3,65 euros el kilo de canal, con costes actuales de insumos, a 3,99 euros el kilo. En un ternero de 330 kilos de canal supondría un diferencial de 112,20 euros por ternero. ¿De verdad cree usted, amigo y cliente ganadero, que se puede ahorrar 112,20 euros por ternero cambiando y escatimando el programa sanitario? ¿No será la mejor inversión mantener un buen nivel sanitario con un programa, no caro, sino eficaz y, por lo tanto, rentable?
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