Iñaki Espinosa Crespo
Dirección Técnica en Veterinaria de Precisión Diagnóstica (VPD)
Pincha en la imagen para descargar en pdf la Guía Albéitar - Virus respiratorios en ganado vacuno:
La cantidad de variables que afectan el diseño de un programa vacunal es enorme; no existe un protocolo unitario de éxito frente a otros, por lo que cada granja debe de tener uno específico asesorado por el veterinario de explotación. Vamos a hacer una aproximación a los programas vacunales en función del valor económico de los animales en las explotaciones que asesoramos.
Las novillas de reposición de vacas lecheras (de raza Holstein, Parda Suiza) tienen un gran valor biológico por dos motivos:
La inversión en los programas vacunales de estos animales retorna en productividad de forma muy contundente. Existe numerosa bibliografía que relaciona una buena salud respiratoria en las primeras edades con mejores índices productivos futuros (más litros de leche por lactación, mejores índices reproductivos, mayor tiempo de estancia en la explotación, etc.). Conviene priorizar la calidad del programa vacunal a otras consideraciones como su aplicabilidad o la inversión económica.
La combinación de vacuna intranasal y vacuna parenteral posterior tiene como resultado una potente respuesta inmunitaria natural y adquirida, idónea para los problemas respiratorios que se producen a corto y a medio-largo plazo. A pesar de ser más incómodos para el trabajo de granja, se está generalizando su uso. Es importante que la aplicación de las vacunas se realice en momentos con poco estrés (no simultanear con actuaciones estresantes, como el descornado, destete, reagrupamiento, etc.) y en ausencia de enfermedad.
Si la situación epidemiológica de la granja se conoce perfectamente y las medidas de bioseguridad son muy rigurosas, se puede considerar no vacunar frente a un virus concreto erradicado de la granja, aunque el riesgo de reintroducción es muy alto y puede perderse el trabajo de años. Esta tipología de explotación tiende a acogerse a planes territoriales y nacionales frente a IBR y BVD y a completar el programa vacunal frente a los otros virus respiratorios, aunque no sea exigido por la administración.
También se consolida el diagnóstico subclínico de la ERB mediante ecografía pulmonar seriada, para conseguir de una parte analizar en qué situaciones se produce más esta enfermedad en la granja y, por otra, desechar futuras reproductoras que no puedan cumplir con su capacidad productiva por causa de esta patología.
Suelen estar ligadas a sistemas extensivos y a animales de razas cárnicas. El manejo de los animales recién nacidos está muy limitado, la implicación de la ERB es pequeña, por lo que es minusvalorada y los programas vacunales precoces no suelen tener cabida. En estas explotaciones se recomienda que a las hembras candidatas a reposición se les administre un programa vacunal completo frente a los cuatro virus respiratorios en los primeros 6 meses de vida, que su crecimiento haya sido lineal y que no haya sido afectada clínicamente por la ERB.
Aunque conceptualmente las futuras reproductoras de esta tipología de animales afectadas subclínica o clínicamente por la ERB en teoría presentarán además peores índices reproductivos, es rara la situación en la que se descarta un animal por esta causa. Además, estas explotaciones suelen tener una tasa de desvieje mucho menor que las de leche, fundamentalmente porque no hay una mejora genética poderosa que presione hacia el desvieje y que son animales productivos de cuatro a seis años más que los de las razas lecheras.
Conviene fomentar que este tipo de explotaciones se acojan a planes territoriales y nacionales frente a IBR y BVD. En la actualidad, hay regiones que están primando a las granjas para que así sea, asumiendo parte del coste de las vacunas a aplicar, las pruebas serológicas e incluso la participación activa del veterinario. Podremos analizar el éxito de incorporación de ganaderos a estas iniciativas en este año 2023.
Las explotaciones donde la ERB es más evidente, responsable del 70 % de la mortalidad, responsable del 20 % de las horas/trabajo, y donde está muy generalizado el uso de vacunas frente a virus respiratorios por lo que el diseño del programa vacunal cobra máxima importancia.
Para hacer un diseño acertado debemos tener en cuenta estos macros generales:
Las entradas de nuevos lotes de animales son continuas, a menudo varios lotes nuevos semanalmente, de varios orígenes diferentes, incluso de varios países, por lo que su nivel de conocimiento sanitario frente a los virus respiratorios es nefasto. Incluso con mucha frecuencia recibimos animales que ya presentan sintomatología compatible con ERB. Esto hace absurdo cualquier intento de tipificar el estado sanitario de la granja ya que no existe, ni existirá, capacidad de mantener la bioseguridad necesaria.
El problema no es tanto tener o no tener zonas de cuarentena para aislar los animales, sino más bien la capacidad de analizar el estatus vírico de los animales que entran continuamente. Más ahora con la tendencia que existe de que las granjas vayan aumentando en capacidad (plazas de animal al año).
Además, no se puede aseverar que un cebadero industrial presente más tendencia a recibir animales con una familia y carga viral determinada. Tener registros de etiologías o presencias víricas anteriores no prevé la aparición de esas situaciones sanitarias en el próximo lote.
A colación de esta ausencia de “virus de granja”, queríamos expresar también la imposibilidad de que se establezcan de forma estable y duradera “bacterias de granja”, puesto que el ingreso de infinidad de nuevas bacterias patógenas en los nuevos animales de los nuevos lotes modifica esa “microbiota de granja” continuamente. Y conociendo la altísima dificultad que tienen los genes de resistencia en circular entre bacterias y posteriormente expresarse de forma continuada y perpetuarse en futuras generaciones de bacterias patógenas, debemos ser firmes y no conceder posibilidad alguna de que existan “resistencia a antibióticos específicas de granja”.
Esta epidemiología cambiante nos obliga a diseñar un protocolo vacunal en el que estén presentes todos los virus respiratorios, puesto que la probabilidad de que tengamos presentes en explotaciones grandes como los cebaderos industriales, animales persistentemente infectados de BVD, afectados activamente de BVD, con IBR latente o no y con carga vírica de BRSV o parainfluenza, de forma singular o mixta es realmente alta.
Los nuevos lotes son el resultado de reagrupación de animales, viajes, contacto con animales enfermos, acceso deficiente a agua y alimentación, que son situaciones de máxima inmunosupresión. Hay que contemplar la posibilidad de modificar el momento de aplicación de programas vacunales si somos capaces de determinar un aumento de factores estresantes.
De la misma manera, se debería estudiar la opción de mejorar las condiciones socioambientales del lote si somos capaces de determinar un aumento de factores estresantes.
En los cebaderos, la mano de obra está muy limitada y la tendencia sectorial es a que cada vez esté más limitada. Los programas zoosanitarios tienen que ser fáciles de implementar y fáciles de modificar en situaciones problemáticas. Conviene comprobar que la ratio trabajador/cabezas de ganado, nunca debe ser superior a 1/1.000.
Por otra parte, los animales que entran a los cebaderos industriales tienen un peso y un comportamiento que exigen que los protocolos sean seguros (para el animal y el operador) y si se quieren implementar procedimientos con riesgo, se debería tener previamente sistemas de fijación del animal (vacunación intranasal, ecografía, etc.).
Por su propia idiosincrasia, este tipo de explotaciones funcionan como un “fondo de saco ciego” en cuanto a la dispersión de virus respiratorios. El destino final de estos animales es el traslado a matadero y la capacidad de dispersión de enfermedad transmitida por fómites es escasa. Están diseñadas mayoritariamente para reducir el impacto directo de la ERB e impedir recirculaciones víricas dentro de los corrales.
Los programas regionales o nacionales no deberían darle preponderancia a explotaciones de cebo cerrado y fomentar activamente su aplicación en explotaciones de reproductoras cárnicas y lecheras.
Vacunar y revacunar frente a virus respiratorios en explotaciones de origen previo al movimiento a cebadero es una práctica altamente recomendable. Los animales en esa situación desarrollan mejor respuesta inmunitaria al haberse realizado en ausencia de estrés (reagrupamiento, viaje, limitaciones nutricionales, etc.) y están mejor preparados para el futuro contacto con la ERB, por lo que se reduce la mortalidad, el uso de antibióticos, la posibilidad de aparición de genes de resistencia a antibióticos, etc.
El preacondicionamiento nutricional también reduce el estrés de los nuevos lotes. Primar económicamente esta práctica debería ser contemplado desde la administración en futuros aproximamientos al control y erradicación de virus respiratorios, cuando las explotaciones de reproductoras hayan logrado reducir las prevalencias a enfermedades víricas ostensiblemente. Y, por otra parte, los operadores privados también deberían valorar en la compra de ganado que este preacondicionamiento se haya realizado (y que sea trazable).
Ciervos, ovejas y cabras pueden funcionar como reservorio de virus IBR bovino por lo que el ecosistema de dehesa podría complicar futuros logros de campañas nacionales, aunque raramente tienen implicaciones clínicas para estos animales. Para el BVD, se amplía la cantidad de especies susceptibles a funcionar como reservorios activos y eficaces para su dispersión de vuelta al bovino. Entre ellos camellos, ciervos y bisontes.
De nuevo la bioseguridad será clave, puesto que será muy complicado (como en el caso de zoonosis como la tuberculosis en fauna salvaje) intentar la identificación y eliminación de animales positivos y no se ha planteado la vacunación de esos animales.
Los virus respiratorios tienen un impacto económico enorme y las campañas de erradicación necesitan una inversión enorme. Además, deberíamos trasladar claramente a los productores las ventajas de la erradicación de esos virus puesto que las campañas de erradicación también tendrán inconvenientes sobrevenidos.
La globalización del sector de la producción vacuna y su complicada interrelación dificulta aún más el control de los virus respiratorios. Existen muchos otros virus aislados en vías respiratorias del bovino y, por supuesto, bacterias responsables de la ERB. Existen líneas de investigación continuas para exponer qué otros agentes etiológicos estamos dejando en el olvido sanitario.
El diagnóstico precoz de los animales subclínicos nos puede ayudar a mejorar el aislamiento etiológico primario de la ERB, ya que a menudo se obtiene una muestra biológica mucho después de que el agente primario haya desaparecido del paciente.
Por otra parte, comprobar la eficacia de un programa vacunal es muy difícil. La aparición y gravedad de la ERB se ve afectada por innumerables factores, por lo que no debe de considerarse fracasado un programa sanitario solo porque no se haya constatado una mejora sanitaria evidente.
En este sentido es muy necesario generar datos objetivos, compartidos y en gran cantidad para luego gestionarlos estadísticamente para aportar verdades que podamos exportar al campo y trasladarlos a mejoras específicas en el manejo, programa vacunal en tiempo y forma, etc. Aunque frente a la ERB seguimos sin tener qué medir que tenga suficiente carga de Volumen, Veracidad, Variedad y Velocidad (4 V’s) y por tanto no tenemos armas de análisis relevantes.
Los virus respiratorios (conocidos y no conocidos) son un reto tecnológico, veterinario, productivo y administrativo de grandes dimensiones que nos ocupará varias décadas de trabajo de gran capacitación.