Utilización de recursos forrajeros en el cebo de rumiantes como respuesta a la demanda de productos animales saludables
Margalida Joy, es investigadora de la Unidad de Tecnología en Producción Animal del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (CITA) de Aragón.
El incremento de la demanda de productos tradicionales, sanos y seguros que se está registrando desde hace unos años provoca una búsqueda de alternativas de producción a los sistemas intensivos de los rumiantes. La tendencia actual hacia las producciones extensivas (ecológicas, naturales) hace necesario estudiar y conocer mejor la repercusión del tipo de alimentación, especialmente la utilización de forrajes, en las características cuantitativas y cualitativas de la canal y especialmente en la calidad de la carne.
El forraje fresco hace que la grasa de los rumiantes sea más saludable La alimentación del ganado influye en la calidad del producto animal. A través de ella se puede modificar la composición de los ácidos grasos de la grasa de la carne y convertirla en “más saludable para el hombre”. Así, la carne del rumiante que se ha criado en pasto o alimentado con determinados ingredientes, presenta una grasa más rica en omega 3 y en ácido linoleico conjugado, que tiene propiedades antioxidantes, anticancerígenas, efectos antidiabéticos y reduce el desarrollo de la arteriosclerosis. Además, la ingestión de forraje fresco conlleva una presencia de sustancias antioxidantes, como la vitamina E, que impide una oxidación rápida de la grasa y por tanto una mayor estabilidad de las características de la carne, factor de gran importancia para la comercialización.
A la vez, se hace necesario el desarrollo de sistemas de trazabilidad que aseguren el cumplimiento de unas normas de producción durante el proceso de cría estos sistemas alternativos. En este sentido, se ha iniciado una línea de trabajo para el estudio de la presencia de biomarcadores en la carne y la leche que nos indiquen el tipo de alimentación que ha recibido el animal. La carne de los corderos criados en pastoreo, tanto con como sin el suplemento de concentrado, presenta un mayor contenido de ácidos grasos poliinstaturados de la serie n-3 y un menor contenido de la serie n-6. En consecuencia, la relaciones C18:2n-6/C18:3n-3 y n-6/n-3 son menores en los corderos de pasto que en los criados a base de concentrado. En la actualidad, se están evaluando otros componentes de la carne (como la vitamina E) y de la grasa (como los carotenoides), que en combinación con el perfil de ácidos grasos, facilitarán la trazabilidad del sistema y complementarán la descripción de los atributos clásicos de calidad del producto.
Mejorar la calidad de la grasa mediante selección genética Actualmente, se ha iniciado los estudios en la búsqueda de genes que influyan en la composición y en el color de la
grasa con la finalidad de su mejora genética en aspectos de salud humana y de aspecto visual de la canal y de la carne. La integración de la alimentación y la genética molecular en la producción animal permite conocer las interacciones gen-nutriente sobre caracteres relacionados con la calidad de la carne, o de la leche, tanto en el aspecto sensorial, como en su relación con la salud humana.
Con estas líneas el Departamento de Ciencia Tecnología y Universidad a través del CITA atiende a la demanda actual de productos naturales y controlados que el consumidor demanda con una mayor calidad nutricional en los alimentos y la reducción de ácidos grasos en los mismos, sin olvidar que la producción debe ser rentable y eficaz para los ganaderos.
El equipo que participa en el desarrollo del proyecto está formado por Pere Albertí, Javier Álvarez-Rodríguez, Mireia Blanco, Isabel Casasús, Jorge H. Calvo, Elda Dervishi, Begoña Panea, Guillermo Ripoll y Albina Sanz.
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