Elena García Villacieros, Luis José Romero González, Isabel María Guijarro Torvisco y Germán Cáceres Garrido
SG Sanidad e Higiene Animal y Trazabilidad. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
Rubén Villalba Martínez, Monserrat Agüero García, Marta Valero Lorenzo, María Pilar Fernández Somalo y María José Ruano Ramos
Laboratorio Central de Veterinaria de Algete. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
En este abordaje práctico e integral de la patología emergente más importante en rumiantes de los últimos años, la primera parte está dedicada al agente causal, sus efectos en el organismo, su difusión y cómo llevar a cabo su diagnóstico.
La enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE) es una enfermedad de declaración obligatoria y como tal está incluida en la Categoría D+E en la lista de la UE en función del Reglamento de Ejecución (UE) 2018/1882, por lo que se trata de una enfermedad objeto de vigilancia sobre la que deben adoptarse medidas para evitar su introducción en la Unión y/o su propagación entre Estados miembros.
El agente causal de la EHE es un virus que pertenece a la familia Reoviridae (Sedoreoviridae), género Orbivirus, con características morfológicas y estructurales comunes con otros virus del género, especialmente con el virus de la lengua azul.
Es un virus ARN bicatenario y sin envoltura, con una cápside doble de simetría icosaédrica. En el interior se encuentran los 10 segmentos genómicos que codifican siete proteínas estructurales (VP) y al menos cuatro proteínas no estructurales (NS). La proteína VP2 se encuentra en la parte externa de la cápside y es el principal determinante de serotipo y responsable de la inducción de anticuerpos neutralizantes, mientras que la proteína VP7, que se encuentra en la parte interna de la cápside, es específica de especie o serogrupo. Hasta la fecha se han identificado siete serotipos claramente distintos (1, 2, 4, 5, 6, 7 y 8). El virus detectado en España pertenece al serotipo 8.
El periodo de incubación descrito para la enfermedad oscila entre 2 y 10 días. Una vez el virus ingresa en el organismo, infecta las células dendríticas y los macrófagos, y posteriormente migra a los ganglios linfáticos regionales más próximos al lugar de infección. En dichos nódulos se replica por primera vez y después se disemina a través del torrente circulatorio hacia distintos órganos (pulmones y el bazo, entre otros), donde el virus continúa replicándose. La replicación en las células endoteliales de los vasos sanguíneos causa un daño directo en las mismas, provocando trombosis y hemorragias. En la fase virémica, el virus está asociado a los glóbulos rojos, pudiendo alcanzar altos títulos durante largos periodos de tiempo.
Su transmisión está relacionada con la duración e intensidad de las viremias y varía en función de la especie afectada. De acuerdo con la Opinión Científica publicada por la EFSA en 2009, en bovinos es inferior a 3 semanas, aunque a efectos del Código Terrestre de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), el periodo de infecciosidad de la enfermedad hemorrágica epizoótica actualmente es de 60 días para todas las especies susceptibles.
En las especies susceptibles, el virus de EHE puede causar una enfermedad con signos clínicos similares a los de la infección por el virus de la lengua azul, pero existe variabilidad según la especie.
En fauna silvestre afecta en particular a los ciervos, si bien se han detectado grandes diferencias en la clínica y mortalidad entre diferentes zonas. El ciervo de cola blanca (Odocoileus virginianus), presente en el continente americano, es la especie más gravemente afectada por la forma hiperaguda y cursa con fiebre, anorexia, dificultad respiratoria y edema intenso en la cabeza y el cuello. Entre los signos clínicos observados con mayor frecuencia en los cérvidos en España se encuentran la pérdida del instinto de huida, incoordinación, cojeras, dificultad respiratoria, dificultad para la ingestión de alimentos, edema o eritema en diferentes zonas de la cabeza y sialorrea.
En el ganado doméstico por su parte, la enfermedad afecta clínicamente al ganado bovino, manteniéndose asintomático tanto el ovino como el caprino, especie esta última que además parece ser poco susceptible a la infección.
Aunque la infección del ganado bovino puede manifestarse de forma subclínica, la EHE también puede producir una clínica moderada o incluso más grave en vacuno, cursando con fiebre, anorexia, aumento del tamaño de los ganglios linfáticos, lesiones ulcerosas y costrosas en mucosa bucal, hocico y labios, inflamación de la lengua, salivación, hinchazón de párpados, secreción ocular, ceguera , cojeras por inflamación del rodete coronario, dificultad para ponerse de pie y caminar, diarrea hemorrágica, hidrotórax y edema pulmonar, eritemas en las ubres, desprendimientos de placenta y abortos en diferentes fases de gestación.
De forma general, la mayor parte de los animales afectados clínicamente que reciben a tiempo un tratamiento y manejo adecuados se recuperan en pocas semanas, si bien en algunos de los animales también se han observado secuelas unos meses después de pasar el cuadro agudo, entre otros, problemas en ubres o disminución producción leche, cojeras crónicas o sobrecrecimiento de pezuñas, condición corporal no recuperada o problemas reproductivos (partos prematuros, abortos e infertilidad en sementales).
En algunos de los animales se han observado secuelas unos meses después de pasar el cuadro agudo, entre otros, problemas en ubres o disminución producción leche, cojeras crónicas o sobrecrecimiento de pezuñas, condición corporal no recuperada o problemas reproductivos (partos prematuros, abortos e infertilidad en sementales).
Dado que es una enfermedad transmitida a través de vectores, la estacionalidad y la distribución geográfica coincide con la de los vectores Culicoides competentes. Históricamente se conocía su distribución mundial en zonas de Norteamérica, Australia, Asia y África, pero su presencia en Europa fue registrada por primera vez a través de las autoridades italianas con un primer foco en la isla de Cerdeña el 10 de noviembre de 2022 y unos días más tarde, en Sicilia.
La enfermedad fue detectada por primera vez en España el día 17 de noviembre de 2022, cuando el Laboratorio Central de Veterinaria de Algete confirmó por RT-PCR la presencia del virus en muestras procedentes de bovinos con sintomatología clínica compatible en dos explotaciones de las provincias de Cádiz y Sevilla.
Desde entonces, la enfermedad se propagó de forma limitada en 2022, parando con la llegada del invierno, y se ha propagado muy rápidamente a partir del comienzo del periodo de actividad vectorial en 2023 desde la zona sudoeste de España, debido a su carácter vectorial, a la ausencia de inmunidad previa y a la ausencia hasta el momento de vacunas autorizadas. En total, desde la primera detección se ha declarado la presencia de enfermedad en 257 comarcas, estando afectada actualmente la totalidad del territorio peninsular (no así las islas Baleares ni Canarias).
El origen más probable del virus presente en España es el transporte por el viento de vectores infectados a través del mar Mediterráneo desde países del norte de África, donde la enfermedad está presente, habiendo circulado ampliamente en la zona. Los Culicoides pueden dispersarse más de 100 kilómetros de forma pasiva por el viento.
A mediados de julio de 2023 se detectó la EHE por primera vez en Portugal, donde se han confirmado más de 70 focos en el territorio peninsular. En Francia por su parte se detectó por primera vez a principios de septiembre 2023, y desde entonces se han detectado más de 3.800 focos en 20 departamentos del sudoeste de Francia.
Desde su entrada en España en 2022, se ha observado que hay una mayor afectación clínica en ganado extensivo, probablemente motivado por su mayor exposición a Culicoides, así como por el hecho de que en estas explotaciones la supervisión de los animales es más complicada, lo que podría haber retrasado en ciertos casos la detección temprana de los animales enfermos y, por lo tanto, el inicio de la administración de un tratamiento adecuado.
Asimismo, según los datos disponibles hasta la fecha, se observa una mayor afectación clínica en animales mayores a 24 meses y se ha observado una mayor afectación de las razas foráneas y sus cruces industriales (como por ejemplo, limousine, charolais, blonde d’Aquitaine, etc.). Estas razas parecen ser más susceptibles a la enfermedad clínica que las razas autóctonas y han estado afectadas, de forma general, con mayor gravedad.
Este curso aparece en el número 266 (mayo/junio de 2024) de Albéitar. Suscríbete aquí para tener acceso completo a este y otros contenidos de la revista.