“Las enfermedades de transmisión vectorial, como el dengue, el paludismo o el virus del Nilo Occidental, suponen un reto para los sistemas de vigilancia, para la salud pública debido a su mutabilidad, y también para la economía y bienestar de las sociedades”, destaca la Organización Colegial Veterinaria (OCV) para advertir de su relevancia.
Estas patologías, mayoritariamente zoonosis, representan cerca del 20 % de las enfermedades infecciosas totales, provocan cada año la muerte de más de 700.000 personas en el mundo, y constituyen sin duda el grupo de enfermedades que más está creciendo en los últimos años, ya que hay varios factores que favorecen su desarrollo.
Por un lado, la notable movilidad de mercancías, animales y personas alrededor del mundo, en tiempos de desplazamiento muy breves, facilita que vectores que eran únicos de una determinada zona geográfica aparezcan en cualquier otra parte del globo.
El cambio climático, en especial el incremento de las temperaturas y las variaciones de la pluviosidad, también impulsan la expansión de los vectores. “Conectado con ese factor, los cambios sociodemográficos y medioambientales que se producen están aumentando las zonas geográficas aptas para el establecimiento de los vectores y reservorios, así como las oportunidades de contacto con el ser humano”, expone la OCV.
El incesante incremento de la población humana, y su asentamiento o explotación de nuevos espacios ganados al medio natural, propicia la exposición a los agentes microbianos presentes en ellos. Además, no se debe olvidar el creciente censo de animales silvestres contribuye a su difusión y mantenimiento.
En esta línea, la organización advierte que “aunque posiblemente una emergencia sanitaria de este tipo no vaya a ser de carácter pandémico por su naturaleza, a escala de un país o un continente, sí puede generar una crisis de consecuencias importantes”
Numerosos vectores capaces de transmitir estas enfermedades están presentes y extendidos en gran parte de la geografía española. Entre ellos se encuentran mosquitos de los géneros Culex, Aedes y Anopheles; garrapatas; y flebótomos. Por otro lado, en un mundo global como el actual es posible la introducción y, finalmente, el establecimiento de vectores exóticos, como ya ha ocurrido con Aedes albopictus.
Los veterinarios trabajan para hace factible la realización de mapas de riesgo, que permitan adoptar, en cada escenario, medidas proporcionadas y respetuosas con el medioambiente. Una labor que realizan mediante la vigilancia de las enfermedades transmitidas por estos vectores, tanto en personas como en animales domésticos y silvestres, o la vigilancia entomológica para la detección y cuantificación de los vectores, así como la presencia de patógenos en los mismos, entre otras.
Igualmente, la OCV resalta la labor asesora que realizan los veterinarios orientando “sobre las medidas preventivas que deben adoptarse en función de los riesgos específicos presentes, que son diferentes en cada zona y temporada, además de los que deben aplicarse a los animales de producción y de compañía”.