Más de 100 veterinarios de Toledo trabajan para garantizar la seguridad alimentaria de las piezas que se cazan en la provincia. El trabajo que desarrollan estos profesionales para evitar la entrada de enfermedades en la cadena alimentaria es muy importante dada la gran actividad cinegética de la provincia, cuyo periodo de media veda se ha abierto hace unos días. El de caza mayor de las principales especies comenzará el 15 de septiembre y el 8 de octubre llegará la apertura para monterías y ganchos.
En total, en Toledo se desarrollan más de 500 cacerías anuales, y todas ellas cuentan con la presencia de un veterinario responsable de la inspección y control de todas las piezas que se abaten. Es decir, tanto de las que se comercializan como de las que se destinan a autoconsumo.
Alfredo Peña, del Colegio de Veterinarios de Toledo y uno de los profesionales con más experiencia y conocimientos en la actividad cinegética, explica que las funciones principales que desarrollan los veterinarios actuantes en los cotos de caza son “realizar la inspección y el control sanitario de los animales cazados y expedir, cuando procede, el certificado de inspección sanitaria”.
Además, también “identificamos las piezas con precintos o marchamos; decomisamos y declaramos no aptas para el consumo humano las carnes que no cumplen con los requisitos; categorizamos los subproductos de origen animal no destinados al consumo humano; y declaramos ante los órganos procedentes cualquier sospecha o confirmación de zoonosis”, señala Peña.
Como ejemplo, durante la temporada 2023-2024 se abatieron en los cotos de Toledo 22 jabalíes con triquinelosis y 17 gamos, ciervos y jabalíes con tuberculosis. Todos ellos fueron detectados gracias a la labor de los 118 veterinarios actuantes de Toledo y los Veterinarios Oficiales de Salud Pública.
Desde el Colegio de Veterinarios de Toledo se destaca que “garantizar la seguridad alimentaria de las piezas cinegéticas es esencial en Toledo, donde esta actividad tiene un gran seguimiento”.
Por ello, “tenemos establecida una formación continua anual en actividades cinegéticas para veterinarios que garantiza que estos profesionales se formen permanentemente y estén perfectamente preparados para la responsabilidad que supone estar en el inicio de la trazabilidad de cada pieza. Sin duda, son un ejemplo de la importante labor de protección de la Salud Pública que desempeñamos desde la profesión veterinaria”.