Teresa Villalba
Cuerpo Nacional Veterinario. mvillalba@colvet.es
En los últimos veinte años la sociedad ha aumentado su percepción de que los seres humanos no dominamos las fuerzas de la naturaleza ni somos el centro de la creación. La intensificación de las tormentas, de las lluvias torrenciales y las olas de calor debido al cambio climático ha ayudado a concienciar a muchos profesionales de diversos ámbitos sobre la necesidad de llevar a cabo actuaciones que ayuden a que el impacto de todos estos fenómenos, cuando se producen, sea el menor posible.
En este marco, la idea de que la salud y el bienestar de los seres humanos, del resto de animales y del medio ambiente están ligados entre sí se ha difundido con fuerza, popularizándose el concepto de “Una sola salud”. La profesión veterinaria juega un papel esencial en la gestión de las catástrofes naturales y la reducción de los riesgos para la sanidad y el bienestar animal, así como para la salud pública y debe trabajar junto a otros expertos de diversas disciplinas en este ámbito de importancia creciente.
En este artículo se presentan las actividades llevadas a cabo en distintos ámbitos sobre dicha gestión, en particular las realizadas por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) así como algunos aspectos de la legislación vigente y de diversas iniciativas españolas al respecto.
Una catástrofe es toda situación que tenga o pueda tener efectos graves para las personas, el medio ambiente o los bienes, incluido el patrimonio cultural, de acuerdo con la definición de la normativa básica de la Unión Europea1. La OIE ha escogido utilizar la palabra desastre para el mismo concepto, utilizando la definición de la UNISDR2, a saber “una interrupción seria del funcionamiento de una comunidad o sociedad que causa pérdidas humanas, materiales, económicas o ambientales que exceden la capacidad de la comunidad o sociedad afectada para hacer frente a la situación a través de sus propios recursos”. En este artículo los términos catástrofe y desastre se utilizan como sinónimos.
Las catástrofes se clasifican3 en cinco grupos: las geofísicas (terremotos, volcanes, deslizamiento de tierras - en seco- ), las meteorológicas (tormentas), las hidrológicas (inundaciones, deslizamiento de tierras – por lluvias -), las climatológicas (temperaturas extremas, sequías, fuegos) y las que ocurren por factores biológicos (epidémicos, infestación de insectos, productos tóxicos que envenenan los animales).
La profesión veterinaria tiene una amplia experiencia en la gestión de las epidemias que afectan a los animales, un tipo de desastre que, además de dañar a éstos, tienen un gran impacto social, principalmente por las pérdidas económicas que traen consigo, pero no sólo por ello, como se puso de manifiesto en Reino Unido en la última epidemia de fiebre aftosa4. Sin embargo, en los desastres naturales de otros tipos el foco está en salvar las vidas humanas quedando los animales en segundo plano. En estas situaciones los animales pueden convertirse en una víctima, en un peligro, en una fuente de comida para la población, en un centinela o ser un rescatador. Desde la perspectiva de One Health, aunque las vidas de las personas sean lo prioritario, no debe olvidarse a los animales, es más, es un error no tenerlos en cuenta desde el principio, cuando se hacen los trabajos de planificación y mitigación.
La profesión veterinaria tiene que enfocar sus esfuerzos en la gestión del riesgo y no en la respuesta al desastre5, ya que la experiencia dice que un peligro no lleva necesariamente al desastre, sino que es su mala gestión la que lo hace. Las habilidades de los profesionales en dicho trabajo de gestión deben partir del conocimiento que tienen sobre tres ámbitos de acción: el cuidado de la salud y el bienestar animal, la salud pública y la salud medio ambiental.
En cuanto a la salud y el bienestar animal, la experiencia dice que las personas están dispuestas a poner en riesgo su vida en las situaciones de catástrofe para salvar a los animales, bien porque suponen su recurso económico básico, bien por el apego que les tienen, independientemente de su especie y del estatus social. En los fuegos que asolaron Portugal en 2018, el 48% de las víctimas humanas ocurrieron porque estaban intentando rescatar animales y equipos agrícolas6.
Por tanto, en estos casos, la función de prevención de los veterinarios es asegurarse que las instalaciones donde se alojan los animales, así como las personas que los cuidan, han realizado una evaluación de los riesgos que puede correr su establecimiento (además de asegurarse que el lugar es lo más resiliente posible) y que todos los trabajadores conocen lo que deben hacer en caso de producirse el desastre.
En el caso de los animales de compañía, tras el huracán Katrina se puso de manifiesto que los propietarios estaban dispuestos bien a no evacuar si no podían hacerlo con sus mascotas, o bien a volver a zonas peligrosas para intentar rescatarlas. Los terremotos de Italia de 2009 y 2017 dieron lugar a estas situaciones y, en ambos países, las autoridades han tomado cartas en el asunto para asegurar que está previsto cómo gestionar dichos animales.
En cuanto a la salud pública veterinaria, la actuación de los profesionales veterinarios es esencial asegurar que no se produzcan problemas de seguridad alimentaria por falta de alimentos o por contaminación de éstos. En estas situaciones es necesario, por ejemplo, sustituir la conservación por frío de los alimentos por otras formas de hacerlo. También es necesario vigilar la salud animal para que no se produzcan de brotes de enfermedades zoonósicas.
En cuanto al salud del medio ambiente, es esencial asegurar que estos profesionales intervengan en la gestión de los animales silvestres y los sinantrópicos, evitando que sufran innecesariamente o que se conviertan en un peligro para las personas u otros animales. También pueden intervenir en asuntos tales como el control de las balsas de purines de las granjas o en aspectos de la toxicidad ambiental. También es importante controlar los animales que pueden salir de instalaciones destruidas, como pueden ser los parques zoológicos con animales peligrosos o los animalarios donde se está trabajando con agentes infecciosos.
La OIE ha actuado en varios frentes para señalar la necesidad de que la profesión veterinaria se involucre en lo relativo a desastres naturales, y ha integrado esta materia en varios de sus ámbitos de actuación.
En primer lugar, ha adoptado un documento de directrices7 clave para guiar a los servicios veterinarios (públicos y privados) de todos sus países miembros. Además, ha establecido como uno de los principios fundamentales para garantizar la calidad de sus actividades el que los servicios veterinarios elaboren procedimientos relacionados con la preparación ante las posibles emergencias por desastres que puedan tener impacto en la sanidad y el bienestar de los animales.
Por otra parte, en el Código sanitario para los animales terrestres8 ha incluido la obligación de las granjas de disponer de planes para reducir y mitigar las consecuencias de desastres en los capítulos dedicados a bienestar animal y sistemas de producción de ganado vacuno de carne (capítulo 7.9), de pollos de engorde (7.10) ganado vacuno de leche (7.11) y de cerdos (7.13).
Entre las actividades de la Plataforma de bienestar animal para Europa se ha celebrado un seminario9 para dar a conocer a los servicios veterinarios las actuaciones que deben llevar a cabo, y está previsto celebrar otros.
Por último, la OIE ha creado una red de centros colaboradores para emergencias veterinarias10. Hasta ahora forman parte de dicha red tres centros de Cuba, Estados Unidos e Italia. Este último (el Istituto Zooprofilattico Sperimentale dell’Abruzzo e del Molise ”G.Caporale”(IZSAM)11) está centrado en la formación veterinaria, la epidemiología, la seguridad alimentaria y el bienestar animal.
La adopción de las directrices12 por parte de la OIE en 2016 estuvo precedida de un intenso trabajo desde el año 2012, aunque ya desde 1999 la OIE había publicado artículos13 sobre este asunto en su Revista Científica y Técnica.
En 2006 la OIE participo en la elaboración del manual LEGS (Livestock Emergency Guidelines and Standards), Directrices y normas de emergencia para el sector ganadero, que está pensado para el diseño, la implementación y evaluación de las intervenciones ganaderas dirigidas a ayudar a las personas afectadas por las crisis humanitarias.
En 2012 el Dr. Mendoza Mainegra de Instituto de Medicina Veterinaria de Cuba presentó en la 21ª Conferencia de la Comisión Regional de la OIE para las Américas el tema técnico “Manejo de situaciones de desastre y el rol y la preparación de los servicios veterinarios”14. En su artículo, el Dr. Mendoza hace una revisión general de la situación sobre la preparación para los desastres en un sentido amplio (riesgos biológicos, naturales y tecnológicos), presentando el resultado del cuestionario que se circuló a los países miembros de la OIE en la Región de las Américas. Concluye con que los servicios veterinarios deben proyectar más su trabajo y liderazgo hacia la protección de la población y producción animal y la OIE debe involucrarse más en los temas relacionados con la Reducción y Gestión del Riesgo de Desastres en apoyo a los países miembros. En la recomendación adoptada15 se insiste en la necesidad de preparar a los servicios veterinarios para afrontar la amenaza de los desastres.
Poco después, en 2013, la OIE elaboró un documento de debate sobre el rol de la OIE respecto al manejo de los animales en situaciones de desastre. En él se recopilaba la información más relevante sobre este asunto y se señalaba que, partiendo del liderazgo ya asumido por la OIE para proteger al mundo frente a los desastres biológicos, los servicios veterinarios pueden desempeñar un papel más significativo, no sólo en las intervenciones, sino también en la planificación, preparación y mitigación del riesgo en los planes frente a desastres.
En 2014 creó un grupo ad hoc, que celebró dos reuniones (en 2014 y 2015), que fueron las que finalmente dieron lugar en 2016 a las Directrices mencionadas.
Las directrices adoptadas señalan, entre otros aspectos, los siguientes:
Estas fases no siempre se distinguen, sino que se superponen una con otra en un ciclo continuo, y hay elementos que son comunes a las cuatro fases, que son los siguientes: el marco legislativo, la comunicación, la formación y educación, las tecnologías de la información y gestión de los conocimientos, la integración y coordinación con los enfoques nacionales, así como con las partes interesadas públicas y privadas, la financiación y los recursos humanos.
Los Servicios veterinarios deberán desarrollar uno o más planes de contingencia que cubran los distintos desastres naturales posibles (por ejemplo, inundaciones, huracanes, ciclones, sequías, terremotos, fríos extremos, erupciones volcánicas, epizootias y pandemias transfronterizas).
En el curso del seminario ya mencionado de Plataforma de la OIE para Europa sobre bienestar animal se presentó una lista de elementos que pueden articular la acción de cualquier país que quiera trabajar en este ámbito.
La ONU ha proclamado el 13 de octubre como el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres16.
La Dirección General de Agua del Ministerio de Transición Ecológica publicó una “Guías de adaptación al riesgo de inundación: explotaciones agrícolas y ganaderas”18, en cuyo Apéndice 3 se incluye un Instrumento de autoevaluación para que el titular de la granja pueda conocer el grado de resiliencia de su establecimiento y saber si está preparado ante una posible inundación.
En dos Comunidades Autónomas, la normativa sobre emergencias menciona a los animales. En Baleares la ley19 establece la promoción del estudio de los riesgos que puedan afectar a los animales.
En Extremadura, su ley de protección civil y de gestión de emergencias20 incluye expresamente el “evitar daños, rescatar y proteger a las personas, animales y bienes” en lo que supone la respuesta inmediata ante las emergencias, mencionando varias veces a los animales y a su salvamento como uno de los objetivos de las actuaciones en dicho ámbito.
En el recientemente aprobado real decreto de ordenación de granjas porcinas se incluye, entre los elementos del Sistema integrado de gestión y control (SIGE) un Plan de bienestar animal entre cuyo contenido mínimo contará con una evaluación de factores de riesgo para el bienestar de los animales incluyendo el riesgo de desastres naturales (tales como inundaciones, terremotos o incendios) de acuerdo con las características del lugar donde se encuentra la explotación.
Como puso se de manifiesto en el Colegio de Veterinarios de Madrid en el curso de la conferencia sobre “La veterinaria militar en las misiones internacionales” en mayo de 2018, los veterinarios militares tienen un conocimiento de primera mano de las actuaciones ante desastres naturales y son un elemento crucial a tener en cuenta para la elaboración de los planes para preparar a los servicios veterinarios.
En 2015 la FVE, con el apoyo de la Presidencia Letona celebró una conferencia denominada “Catástrofes naturales y “Una sola salud”: ¿Estamos preparados para reaccionar?” Impulsada por ella, la Comisión Europea llevó a cabo una serie de actuaciones entre enero de 2017 y diciembre de 2018, incluyendo una encuesta a los Estados miembros para conocer el grado de preparación de los servicios veterinarios, dos visitas de estudio21 y un curso de formación a los veterinarios de los estados miembros responsables de bienestar animal. Desde su punto de vista, la directiva relativa a la protección de los animales en las explotaciones ganaderas, que obliga a que los Estados miembros adopten las disposiciones necesarias para que el propietario o criador tome todas las medidas adecuadas para asegurar el bienestar de los animales con vistas a garantizar que dichos animales no padezcan dolores, sufrimientos ni daños inútiles, da un marco jurídico para que se pongan en marcha medidas sobre la gestión de las catástrofes naturales.
Existe una gran cantidad de información sobre las actividades que los servicios veterinarios, públicos y privados, pueden desarrollar para que las catástrofes naturales afecten lo menos posible a la salud y bienestar de los animales, la salud pública veterinaria y medioambiental desde la perspectiva “Una sola salud”. En el curso de formación que la Comisión Europea llevo a cabo en 2018 se remarcó que de manera general los servicios veterinarios solo toman medidas para gestionar los desastres y reducir los riesgos tras haber sufrido catástrofes en carne propia. Sería deseable no repetir dicho error.